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Alimento Diario - 24 de Agosto

  

 

Cosas pequeñas

Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la muerte. Santiago 1:15

Cosas pequeñas llevan a cosas grandes. Ese debió ser el título de esta devoción.

Las cosas pequeñas de las que hablamos son los palillos chinos descartables. Resulta que el Ministro de Comercio de China, junto con otros ministros, empezó a penalizar a las compañías que fabricaban palillos chinos descartables.

Se da cuenta a lo que me refiero con pequeñas cosas. La China ha tenido accidentes en minas, inundaciones, terremotos, incluso su propio derrame de petróleo. Y el gobierno se preocupa de cosas pequeñas como los palillos chinos desechables.

Pero cosas pequeñas llevan a cosas grandes. Analicemos las cifras: en un año, China ha desechado 45 billones de palillos chinos, lo que equivale a 130 millones de palillos por día. China exporta 18 billones de palillos, lo que significa que cada 24 horas son taladas 40 hectáreas de árboles.

¿Se da cuenta cómo las cosas pequeñas llevan a cosas grandes?

Esta verdad también se aplica a la vida espiritual. Eso es lo que Santiago estaba tratando de decir en el texto para hoy. Él sabía que la mayoría de los pecados al principio no nos parecen pecados.

Pero las cosas pequeñas con frecuencia llevan a cosas grandes.

Sin perder tiempo, un deseo “pequeño” – y aparentemente inofensivo –  se convierte en un pecado que comienza a tomar control de nuestra vida, interponiéndose entre nosotros y Dios, acarreando consigo la posibilidad de llevarnos a la muerte eterna y temporal.

Las cosas pequeñas llevan a cosas grandes.

Hace 20 siglos nació un Niño en Belén. No muchos notaron la magnitud del “pequeño acontecimiento”. Luego de 33 años ese Niño de Belén, que para entonces ya era un hombre, murió en una cruz romana. El mundo no prestó mucha atención a semejante “cosa pequeña”. Después de todo, los romanos crucificaban gente todo el tiempo.

Pero tres días después, el Hijo de Dios resucitó de la muerte y cambió todo. La resurrección de Jesús cambió mi eternidad y la suya. La victoria de Jesús nos garantizó el perdón de los pecados, un lugar en la familia de fe, y un lugar en el cielo junto a Dios por la eternidad.

Y esta, amigos míos, es la más grande de todas las cosas.

ORACIÓN:  Señor Dios, líbrame de todo pecado, sea pequeño o grande. Te pido perdón por los errores que he cometido, y te pido que me guíes y sostengas para que me mantenga en el camino que tú has elegido para mí. En el nombre de Jesús. Amén.

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