Alimento Diario - 13 de Mayo
La luz verdadera
Una vez más Jesús se dirigió a la gente, y les dijo: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Juan 8:12
A lo largo de los años, en mis viajes he conocido muchas iglesias y catedrales antiguas.
Algunas de ellas están en buenas condiciones, pero otras no tanto. Hay muchas en las que las paredes y el cielorraso se ven tiznados por el humo de las velas quemadas durante siglos. Si bien una limpieza no les vendría mal, son un bello recuerdo de las oraciones elevadas por corazones fieles y escuchadas por un Señor amoroso.
Hay muchas personas que quisieran ir a una iglesia y encender una vela pero no lo pueden hacer, ya sea porque están enfermos, o porque son muy ancianos, o porque viven muy lejos. Para dar una solución a esas personas, a un matrimonio se le ocurrió la idea de inventar velas ‘por computadora’.
Para ello, han colocado pantallas de computadora en varias iglesias, y las han conectado a Internet. La persona que desea encender una ‘vela’, entra a Internet, elige una iglesia, y luego de pagar alrededor de $2 dólares aparece un video de una vela que se enciende en la iglesia antes seleccionada.
Si bien esa es una forma de traer luz al mundo, no es más que una forma temporal y ficticia.
Cuando el Padre celestial prometió enviar a su Hijo a este mundo pecador, se comprometió a darnos la Luz verdadera, la Luz de salvación eterna y real. Una Luz que no puede ser generada a través de Internet.
La luz de Jesús vino a un mundo que no lo quería; un mundo que prefería la oscuridad, un mundo que lo odiaría y mataría. Aún así, Jesús se dedicó de lleno a la tarea de salvarnos. Gracias a su sacrificio, a que cargó con nuestras maldades, y a que triunfó sobre el pecado, la muerte y el diablo, todo el que cree en él es salvo.
Habiendo sido rescatados y salvados por Jesucristo, ahora, por el poder del Espíritu Santo, hemos recibido misericordia para reflejar la Luz en la oscuridad que aún envuelve a tantas personas perdidas.
ORACIÓN: Señor, aun cuando el mundo tiene todo tipo de luz, nada puede compararse con la luz de Jesús, nuestro Salvador. Él es la luz que puede iluminar los corazones y dar perdón a las almas más oscuras. Ayúdame a compartir esa Luz de vida con otros. En el nombre de Jesús. Amén.
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