La mejor manera de servir

Éste es mi siervo, a quien sostengo, mi escogido, en quien me deleito; sobre él he puesto mi Espíritu, y llevará justicia a las naciones. No clamará, ni gritará, ni alzará su voz por las calles. No acabará de romper la caña quebrada, ni apagará la mecha que apenas arde. Con fidelidad hará justicia; no vacilará ni se desanimará hasta implantar la justicia en la tierra. Las costas lejanas esperan su enseñanza. Isaías 42:1-4

Por definición, filántropo es la persona que ama a las personas. Todos conocemos los nombres de grandes filántropos que han compartido libremente sus riquezas, sus capacidades y su tiempo, con el único fin de ayudar a otros.

Para honrarlos y recordarlos, sus comunidades ponen su nombre en lugares públicos como calles, parques, hospitales, negocios y museos. Pero el tiempo pasa. Las generaciones vienen y van, y el nombre pasa a ser sólo eso... un nombre. Pensemos, por ejemplo, en cuántas calles Washington o Lincoln hemos visto. ¿Acaso esos nombres siempre nos recuerdan el gran sacrificio que esos hombres hicieron por su país?

Hablando acerca del Siervo del Señor, el profeta Isaías dice: “No clamará, ni gritará, ni alzará su voz por las calles. No acabará de romper la caña quebrada, ni apagará la mecha que apenas arde” (Isaías 42:2-3). Isaías está hablando del Mesías Jesús, el único verdadero Siervo del Señor, el Hijo de Dios, y nuestro Salvador.

¿Cuántas calles llamadas Jesús ha visto? La única “cosa” que asociamos con él es la cruz. Sin embargo, no hay nadie que nos ame más que él.

Consideremos cómo los dones de servicio enumerados en Romanos 12:6-8, nos dan la oportunidad de amar a los demás.

ORACIÓN: Señor Jesús, ayúdanos a servirte sirviendo a los demás con lo que nos ha sido dado. Amén.

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