Alimento Diario - 2 de Abril
Un solo camino
No formen yunta con los incrédulos… ¿Qué tienen en común un creyente con un incrédulo? 2 Corintios 6:14-15
En el transcurso de los años he tenido la oportunidad de visitar, trabajar y viajar con personas honorables profesantes de la fe islámica. Siempre fue muy interesante compartir sus perspectivas acerca de la vida, y escuchar su posición en cuanto a la religión en general y al Cristianismo en particular.
En nuestras conversaciones descubrimos que teníamos cosas en común. Por ejemplo, todos queríamos que nuestros hijos tuvieran una buena educación y que nuestros nietos crecieran en un mundo de paz, y todos orábamos para que nuestras vidas fueran razonablemente saludables y nuestras muertes rápidas y sin dolor.
Muchas cosas del corazón y de la mente nos acercaban; pero las cosas de la fe nos separaban. No sentíamos odio ni desdén, ni tampoco menosprecio. Por el contrario, nos respetábamos el uno al otro y también respetábamos la sinceridad de nuestras creencias. Pero eventualmente llegaba el momento en que se producía el choque, porque siempre estábamos en completo y total desacuerdo acerca de la salvación.
Yo creía en la salvación a través del sacrificio de Jesús, y ellos creían que eran salvos por cumplir las leyes del Corán, los Profetas y los dogmas del Islamismo.
Es por eso que me sorprendió leer que algunos cristianos celebraron el Ramadán, un tiempo en el que los musulmanes ayunan. Me sorprendió que esos cristianos consideraran eso como un gesto de solidaridad que podía profundizar su fe, y al mismo tiempo mandar un mensaje de paz y de unidad.
Esta filosofía puede ser interesante, pero no está de acuerdo con las Escrituras, pues mientras el cristianismo cree que Jesucristo, el Hijo de Dios, pagó el precio de nuestra salvación, el islamismo no lo cree.
Entiéndanme cuando digo que respeto la fe de otros: yo creo que está bien dialogar, compartir y testificarles del Salvador. Pero no estoy de acuerdo en pretender que hay un nexo común cuando no lo hay. No puedo pretender que hay más de un camino al cielo, cuando no lo hay.
ORACIÓN: Querido Señor Jesús, te doy gracias por tu sacrificio, tu sufrimiento, y tu muerte salvadora. Te pido que tu Espíritu Santo fortalezca mi fe y la de los míos. También te pido por los que todavía están en la oscuridad, para que puedan ver las maravillas de tu amor y el poder de tu gracia. En tu nombre. Amén.
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