Alimento Diario - 2 de Octubre
Cuida tu cuerpo
¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, él mismo será destruido por Dios; porque el templo de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo. 1 Corintios 3:16-17
Cuenta una historia popular que un peregrino se propuso llegar al País de la Verdad. Colocó su mochila en el suelo, y empezó a preparar el equipaje para la gran aventura.
Por fin llegó el día de partir y, cargando su mochila al hombro, emprendió el camino. ¡Qué largos y pesados se le hacían algunos días! ¡Cuántas expectativas llevaba en el corazón! Con tal sobrecarga, le quedaba molida la espalda.
Hubo también días en que todo fue maravillos el paisaje, el camino, y sobre todo los compañeros de viaje. Cuando necesitaba recobrar fuerzas, se detenía con sus compañeros.
Esas paradas le eran absolutamente necesarias para descansar y recuperar fuerzas, pero sabía que no podía abusar de ellas, pues si no nunca alcanzaría su objetivo. Y así, día a día, mes a mes, descanso a descanso, nuestro peregrino llegó a la meta.
Cuentan que en el País de la Verdad fue feliz, y que tanto le gustó la aventura, que todos los años quiso emprender un viaje hacia nuevas metas. Así aprendió que debía ser sabio y entrenarse para lograr llegar a su meta.
Ser joven y tener un cuerpo escultural, son los pilares de moda en nuestros días. Para conseguir esto hacemos deportes, vamos al gimnasio, realizamos largas caminatas, tratamos de perder peso, y muchas otras cosas más.
Muchas son las razones por las cuales cuidamos nuestra salud, nuestro cuerpo, y nuestra vida. A todas estas, Dios nos da una más cuando nos dice: "Honren con su cuerpo a Dios" (1Co. 6:20b). Nuestro cuerpo no es nuestro sino de Dios, quien nos compró con la sangre de su Hijo Jesús, y quien vive en nosotros: "¿Acaso no saben ustedes que son templo de Dios, y que el Espíritu de Dios vive en ustedes?" (1 Co. 3:16).
Por lo tanto, cuando no cuidamos o destruimos nuestro cuerpo, estamos destruyendo algo sagrado que Dios nos dio. Que el amor que Dios nos mostró al comprarnos con la sangre de su propio Hijo, nos dé motivo a cuidar de nuestro cuerpo y de nuestra salud.
ORACIÓN: Amado Padre, que siempre podamos servirte y amarte con nuestro cuerpo, alma, mente y espíritu, viviendo y sirviendo con alegría. En el nombre de Jesús. Amén.
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