Alimento Diario - 20 de Marzo
Obedeciendo a Dios
“¡Miren! Los hombres que ustedes metieron en la cárcel están en el templo y siguen enseñando al pueblo”. Fue entonces el capitán con sus guardias y trajo a los apóstoles sin recurrir a la fuerza, porque temían ser apedreados por la gente. Los condujeron ante el Consejo, y el sumo sacerdote les reclamó: —Terminantemente les hemos prohibido enseñar en ese nombre. Sin embargo, ustedes han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas, y se han propuesto echarnos la culpa a nosotros de la muerte de ese hombre. —¡Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres! —respondieron Pedro y los demás apóstoles—. Hechos 5:17-29
En la época en que el Nuevo Testamento estaba siendo vivido y escrito, los emperadores romanos respondieron al deterioro en la creencia en los dioses y diosas, declarándose a sí mismos como dioses.
En un imperio poderoso que incluía muchas razas, lenguas, y religiones, la adoración del emperador como un dios fue vista como algo que unía a todos esos grupos de personas. El requerimiento era simple: los oficiales romanos iban por todo el imperio, diciéndole a las personas que declararan que “el César es el Señor”.
A pesar de la amenaza de prisión e incluso muerte, algunos cristianos se negaron a pronunciar esa confesión pública, mientras que otros la hacían sólo para evitar ser castigados. ¿Qué haría usted en esas circunstancias? ¿Afectaría en algo que dijera una pequeña mentira acerca de su fe?
Lea Daniel 6 y Mateo 4:8-11. En esas dos oportunidades, los protagonistas se vieron confrontados con la misma decisión. ¿Qué fue más importante tanto para Daniel como para nuestro Señor Jesús que “mentir” acerca de su fe?
El poder de obedecer a Dios viene del mismo Dios, así como lo escuchamos y aprendemos de las promesas y compromiso de Dios para con nosotros. ¿Cuán importante es para usted el contacto diario con la Palabra de Dios? ¿Cuán importante fue para el salmista, quien escribió: “Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero” (Salmo 119:105)?
ORACIÓN: Señor Jesús, para obedecerte primero debemos saber lo que tienes para decirnos. Danos perdón y poder a través de tu Palabra. Amén.
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