Alimento Diario - 21 de Noviembre

Belleza interior

Ten compasión de mí, oh Dios, conforme a tu gran amor; conforme a tu inmensa bondad, borra mis transgresiones. Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado. Salmo 51:1-2

¿Sabe que las perlas son un producto del dolor? Los que saben de estas cosas me dicen que, cuando una algo extraña, algo irritante como un grano de arena, se mete dentro de una ostra, le causa dolor. Por esa razón, la ostra reviste el grano de arena con una sustancia llamada nácar. Capa tras capa, el nácar va cubriendo la sustancia irritante, produciendo, como resultado, una hermosa perla. Interesante, ¿No?

Pero esta reacción no se limita solamente a las perlas. Muchas personas maravillosas que tengo la bendición de conocer han hecho lo mismo en sus vidas. De algún modo, el pecado y el diablo lograron introducir algo irritante en sus vidas. A veces fue algo pequeño, otras veces fue  algo terrible y trágico. Esas personas bien podrían haber permitido que ese ‘algo' irritante los destruyera, pero no lo hicieron. En vez de entregarse a la desesperación, eligieron buscar al Señor.

Por medio de la Palabra, los sacramentos y el consuelo del Espíritu Santo, las almas que sufren reciben esperanza para sus vidas y paz en sus corazones. El Señor las cubre una y otra vez con su amor y su misericordia para que su dolor sea apaciguado y puedan vivir en tranquilidad una vez más.

Pero Dios proporciona un mejor beneficio que la mera desaparición del dolor. Una vez que estas personas han conquistado su problema por medio de la gracia de Dios, a menudo ellas descubren que una hermosa perla ha sido producida dentro de ellas y sus vidas adquieren un valor que no tenían antes.

ORACIÓN: Padre celestial, que eres todo gracia y misericordia, te bendigo porque en tu constante amor has borrado mis pecados, y por medio de la sangre de Jesús has lavado mis transgresiones. Te pido tu ayuda para conquistar las cosas irritantes que aún quedan en mi vida. Haz de mi vida un hermoso testimonio de Jesús, mi Salvador. En su nombre te lo ruego. Amén.

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