Alimento Diario - 22 de Noviembre
Escucha su voz
¿Acaso no oirá el que nos puso las orejas, ni podrá ver el que nos formó los ojos? ¿Y no habrá de castigar el que corrige a las naciones e instruye en el saber a todo el mundo? El Señor conoce los pensamientos humanos, y sabe que son absurdos. Salmo 94:9-11
A veces mi esposa habla, pero yo no escucho.
Eso me recuerda la historia del Rey Alfonso de España. Alfonso, quien gobernó esa gran nación desde 1866 hasta 1931, tenía muchas cualidades admirables, pero apreciación por la música no era uno de esos atributos. La verdad es que Alfonso tenía un oído tan malo para la música, que tuvo que contratar a una persona, que llegó a ser conocida como "El Hombre del Himno", cuyo trabajo era avisarle al Rey cuando se tocaba el himno nacional.
Hay muchas personas que parecen sufrir de un mal semejante: tienen problemas para escuchar al Señor. Dios habla con nosotros a través de su Palabra, pero muchos prefieren ignorar y negar lo que Él dice.
Esa es otra razón más por la que doy gracias por la grandeza de nuestro Dios. El Salmista lo dijo bien: "¿Acaso no oirá el que nos puso las orejas?" El Señor oye, y su audición no depende de que nosotros le escuchemos a él. No, al Señor le place oír las súplicas de los corazones. Él conoce nuestras peticiones aún antes que estos pensamientos sean formados completamente en nuestra mente.
Aquél que nos creó y que envió a su Hijo para ser sacrificado por nuestra salvación, está siempre listo para escuchar lo que tengamos que decir.
Así que, si pudiera tomar el lugar del "Hombre del Himno" por sólo un momento… y si usted hasta ahora ha estado sordo a las palabras del Señor… puede que sea hora que comience a prestar atención. Dios tiene algo que decir y, si escuchamos con atención, podremos darnos cuenta que Dios nos está anunciando buenas noticias de gran goz que tenemos un Salvador que nos ama muchísimo.
ORACIÓN: Querido Padre celestial, te agradezco infinitamente porque tú escuchas mis gritos, mi risa, mis alegrías, y mis lágrimas. Permite que, en gratitud, esté dispuesto a escucharte, y que pueda así recibir con gozo al Salvador crucificado y resucitado. En su nombre. Amén.
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