Alimento Diario - 23 de Febrero, 2018
Febrero 23
Leer Lucas 8:26-39
ROPA NUEVA
La gente salió a ver lo que había sucedido. Cuando llegaron a donde estaba Jesús, se encontraron con que el hombre, de quien habían salido los demonios, estaba sentado a los pies de Jesús, vestido y en su cabal juicio. Y tuvieron miedo. (Lucas 8:35)
La historia del endemoniado geraseno comienza como un cuento de terror. El pobre hombre estaba atormentado por miles de demonios: de allí el nombre “Legión”, que hace referencia a un grupo de más de 5.000 soldados romanos. Como resultado de ese tormento, no podía controlar su conducta. Vivía desnudo entre las tumbas y cuando alguien trataba de encerrarlo, rompía las cadenas y se escapaba.
Era imposible ayudarlo. Nadie podía siquiera mantenerlo en un lugar el tiempo suficiente como para hacer algo por él. Pero cuando Jesús se bajó de la barca, allí esta él listo y esperando ayuda. Y antes que los demonios pudieran decir algo, Jesús les estaba ordenando que se fueran.
¡Qué uso maravilloso del poder divino! Pero todavía había otra necesidad más a saciar. El hombre aún estaba desnudo. Sin embargo, cuando la gente del pueblo llegó a ver lo que había pasado, ya estaba totalmente vestido.
¿De dónde sacó la ropa? No lo sabemos. Lo más probable es que Jesús y sus discípulos se la hayan dado. Alguien habrá dado su muda extra de ropa para cubrir al hombre. Una bendición en dos partes: Jesús echa los demonios y luego—ya sea él mismo o a través de uno de sus seguidores—lo cubre con lo necesario para que no tenga vergüenza.
¿Acaso no es eso lo mismo que hace con nosotros? Con su sufrimiento y muerte Jesús venció el poder del diablo por nosotros, liberándonos de la esclavitud de Satanás. Y con su resurrección de la muerte nos da perdón y nos cubre de toda vergüenza.
Ya no estamos más atormentados, desamparados y desnudos por el poder del diablo. Como nos dice Pablo: “Todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.Porque todos ustedes, los que han sido bautizados en Cristo, están revestidos de Cristo” (Gálatas 3:26-27).
Oración:Señor, gracias por cubrir mi vergüenza y hacerme tuyo. Utilízame para bendecir a quienes me rodean y dar gloria a tu nombre. Amén.
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