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Viviendo libre de ofensas - Primeros15 - 16 de Julio


Tema de la Semana: Ama a la Gente

Amar a los demás es uno de los mandatos más importantes y difíciles que Jesús nos dio. Somos un pueblo desordenado, quebrantado, necesitado y pecador. Tratamos constantemente con nuestras propias heridas y con las de los demás. Debido a que no hay una persona perfecta, el fundamento para amar a los demás no debe estar en el mérito o en el valor de las personas. El fundamento del amor debe venir del Dios que es el amor. Como creyentes, debemos estar constantemente conectados con el amor y la gracia de nuestro Padre celestial para que podamos amar a los demás de manera desinteresada y poderosa. Que esta semana recibas el amor de tu Padre y que tengas el poder de amar a los demás mientras buscamos obedecer cada vez mejor el mandato de Jesús de amar a la gente.

Viviendo libre de ofensas

Pasaje Bíblico: “El buen juicio hace al hombre paciente; su gloria es pasar por alto la ofensa”. Proverbios 19:11

Devocional:  

Ofenderse permite que otros dicten tus emociones y por lo tanto tu calidad de vida. Cuando permitimos que las expresiones de quebrantamiento de los demás nos afecten, apartamos nuestras mentes de los caminos del cielo y las colocamos en los caminos del mundo. Si queremos vivir efectivamente en obediencia al segundo gran mandamiento de amar a otros, debemos permitir que Dios nos transforme en personas que viven sin ofenderse.

Cuando alguien me culpa instantáneamente siento que la necesidad de justicia y equidad aumenta dentro de mí. Siento que tengo el derecho inherente a estar enojado o incluso a vengarme por el mal que cometieron. La ofensa suscita sentimientos de inseguridad, orgullo, ira y frustración que me llevan a hacer cualquier cosa para librarme de ella. Pero cuando veo la Biblia, veo a Jesús mostrando como ejemplo exactamente la reacción opuesta ante la ofensa.

Mateo 27 está lleno de acciones malas contra Jesús. Como se vio en su traición, la liberación del asesino Barrabás, los azotes, la corona de espinas, la carga de la cruz, la burla de los soldados y el ladrón, y su muerte final, hicieron que Jesús tuviera más derecho a ofenderse y a vengarse que cualquier ser humano en toda la historia. Pero más allá de toda la ofensa Jesús vio el corazón de los que le hicieron daño. Más allá de la dureza, la agresividad y el enojo que exteriorizaban sus enemigos, pudo ver los rincones heridos de sus almas y encontró dentro de él la fuerza, el amor y el coraje para orar: “Padre… perdónalos, porque no saben lo que hacen”. (Lucas 23:34). Ante las peores ofensas e injusticias, Jesús eligió ofrecer gracia, misericordia, perdón y compasión.

Jesús vivió su vida libre de ofensas y, por lo tanto, fue liberado para amar a los demás. Su capacidad para mirar a las heridas debajo de la superficie más allá de las expresiones de quebrantamiento, lo capacitaron para vivir con alegría, pasión, amor y propósito. Levítico 19:18 dice: “No seas vengativo con tu prójimo, ni le guardes rencor. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor”. Si queremos cumplir el mandato de la Biblia, debemos mirar a Jesús como nuestro modelo y vivir libres de ofensas. Debemos elegir la gracia sobre la venganza y la compasión sobre la justicia humana.

Tienes la capacidad de elegir cómo responderás a los demás. Tus emociones y acciones no tienen que ser dictadas por los actos pecaminosos de otros. Elige seguir el amor y la humildad en lugar de la venganza y la ira. Permite que al entrar en la oración guiada el Señor resalte y cure las heridas e inseguridades que causan que respondas mal a la ofensa.

Guía de Oración:

1. Medita en el mandamiento de la Biblia de vivir sin ofensas. Reflexiona sobre la respuesta de Jesús a la ofensa y elévalo como tu modelo de vida.

“El buen juicio hace al hombre paciente; su gloria es pasar por alto la ofensa.” Proverbios 19:11

“Cuando proferían insultos contra él, no replicaba con insultos; cuando padecía, no amenazaba, sino que se entregaba a aquel que juzga con justicia”.1 Pedro 2:23

“No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás. La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y, al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!”. Filipenses 2:3-8

2. ¿Qué inseguridades o heridas causan que respondas a la ofensa de una manera distinta a la de Jesús? ¿Qué hay detrás de lo que te ofende? ¿Qué te impide amar completamente a los demás?

“No prestes atención a todo lo que se dice, y así no oirás cuando tu siervo hable mal de ti, aunque bien sabes que muchas veces también tú has hablado mal de otros”. Eclesiastés 7:21-22

3. Pídele al Espíritu Santo que te ayude a mirar el corazón de quienes te ofenden más allá de sus actos dañinos. Pídele que cure tus propios quebrantamientos y que te transforme en una persona que ama bien a los demás.

“Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo”. Efesios 4:32

“Por lo tanto, esforcémonos por promover todo lo que conduzca a la paz y a la mutua edificación”. Romanos 14:19

“Siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor. Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz”. Efesios 4:2-3

¿Cómo sería tu vida si estuvieras libre de ofensas? ¿Cuánto más consistentemente experimentarías paz y alegría? Si Dios te ordena que elijas la humildad y la compasión antes que la ofensa es porque debe ser una manera mucho mejor de vivir. La venganza, la ira y la frustración solo te robarán la vida abundante que Dios quiere para ti, mientras que la humildad y la compasión te llenarán con el poder y la gracia de Dios mismo. Que hoy seas un hijo con el corazón del Padre y que ames a otros con su amor.

Lectura Complementaria: Mateo 27

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