El Santo de los santos - Primeros15 - 18 de Mayo
Tema de la Semana: La Presencia Manifiesta de Dios
La presencia de Dios es real, llena de amor y completamente transformadora. Ella toma lo que estaba roto y lo sana. Nos toma cuando estamos perdidos y nos guía a nuestro lugar legítimo en el Padre. Satisface a los cansados, trae luz a la oscuridad y derrama la lluvia refrescante del amor de Dios en las partes más secas y profundas del alma. En la Biblia una historia tras otra nos relata cómo Dios baja para encontrarse con sus hijos allí donde están, y tu Padre celestial hace lo mismo por ti hoy. Él anhela dar a conocer la realidad de su presencia, desea refrescarte con su cercanía. Fuiste creado para encontrarte con Dios y nunca estarás satisfecho hasta que vivas continuamente la experiencia para la cual fuiste creado. Permite que tus deseos de encontrarte con el Dios vivo se intensifiquen esta semana mientras leemos historias poderosas de personas que se encontraron con su presencia manifiesta. Responde a la palabra de Dios buscando aquello para lo que fuiste creado: un encuentro continuo con tu Padre celestial.
El Santo de los santos
Pasaje Bíblico: “Así que, hermanos, mediante la sangre de Jesús, tenemos plena libertad para entrar en el Lugar Santísimo, por el camino nuevo y vivo que él nos ha abierto a través de la cortina, es decir, a través de su cuerpo; y tenemos además un gran sacerdote al frente de la familia de Dios.
Acerquémonos, pues, a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe, interiormente purificados de una conciencia culpable y exteriormente lavados con agua pura”. Hebreos 10:19-22
Devocional:
Las descripciones del lugar Santísimo causan temor en mi corazón. Levítico 16:1-5 describe la obra que un sacerdote tendría que realizar para entrar en la presencia de Dios y no caer muerto. La Escritura dice:
“El Señor le habló a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón, quienes murieron al acercarse imprudentemente al Señor. Le dijo el Señor a Moisés: ‘Dile a tu hermano Aarón que no entre a cualquier hora en la parte del santuario que está detrás de la cortina, es decir, delante del propiciatorio que está sobre el arca, no sea que muera cuando yo aparezca en la nube por encima del propiciatorio. Aarón deberá entrar en el santuario con un novillo para el sacrificio expiatorio y un carnero para el holocausto. Se pondrá la túnica sagrada de lino y la ropa interior de lino. Se ceñirá con la faja de lino y se pondrá la tiara de lino. Estas son las vestiduras sagradas que se pondrá después de haberse bañado con agua. De la comunidad de los israelitas, Aarón tomará dos machos cabríos para el sacrificio expiatorio y un carnero para el holocausto’”.
La santidad de Dios requería pureza absoluta de todos los que entrarían en su presencia. Y tan poderosa era la presencia de Dios que mató a los dos hijos de Aarón, el sumo sacerdote. Cuando me imagino la presencia aterradora y poderosa de mi Dios como se dice en el Antiguo Testamento, mi corazón se llena de reverencia y asombro. ¿Cómo podría este santo Dios amarme a mí, un pecador quebrantado e indefenso? ¿Cómo podría presentarme ante Dios y entrar en su presencia cuando su santidad requiere tal pureza?
Pero Hebreos 9:11-12 dice:
“Cristo … al presentarse como sumo sacerdote de los bienes definitivo en el tabernáculo más excelente y perfecto, no hecho por manos humanas (es decir, que no es de esta creación), entró una sola vez y para siempre en el Lugar Santísimo. No lo hizo con sangre de machos cabríos y becerros, sino con su propia sangre, logrando así un rescate eterno”.
Nuestro sumo sacerdote entró en los lugares santos en nuestro nombre y nos aseguró un pasaje seguro para que todos entremos en la presencia de Dios. Hebreos 10:19-22 describe esta poderosa verdad al decir:
“Así que, hermanos, mediante la sangre de Jesús, tenemos plena libertad para entrar en el Lugar Santísimo, por el camino nuevo y vivo que él nos ha abierto a través de la cortina, es decir, a través de su cuerpo; y tenemos además un gran sacerdote al frente de la familia de Dios. Acerquémonos, pues, a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe, interiormente purificados de una conciencia culpable y exteriormente lavados con agua pura”.
Además, a través de la muerte de Jesús, Dios ahora puede inundar la tierra con su presencia. Cristo venció el poder del pecado y la muerte y abrió el camino para que tú y yo seamos el nuevo templo de la presencia santa y poderosa de Dios. 1 Corintios 3:16-17 declara: “¿No sabes que eres el templo de Dios y que el Espíritu de Dios mora en ti? Si alguien destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá. Porque el templo de Dios es santo, y tú eres ese templo”. Más adelante, 1 Corintios 6:19-20 dice: “¿O no sabes que tu cuerpo es un templo del Espíritu Santo dentro de ti, a quien tienes de Dios? No eres el tuyo, porque fuiste comprado con un precio. Glorifica a Dios en tu cuerpo”.
La pregunta que tienes ante ti hoy, es esta: ¿estás experimentando la plenitud de lo que se te ha puesto a disposición a través de Cristo? ¿Estás experimentando el poder y la cercanía del Dios que ha hecho su templo dentro de ti? ¿Vives la santidad del mismo Espíritu que mora en ti y te ha hecho una nueva y justa criatura? (2 Corintios 5:17, 2 Corintios 5:21).
1 Corintios 6:20 nos manda que “[honremos] con [nuestro] cuerpo a Dios” como un resultado de estar lleno de la presencia de Dios a través de la obra de nuestro sumo sacerdote, Jesucristo. Es al vivir nuestra vida a partir del trabajo interno del Espíritu Santo, que comenzamos a experimentar todo lo que Dios quiere para nosotros. Primero debemos reconocer que la presencia misma de Dios que habitó en el lugar Santísimo y fue tan poderosa que mató a hombres, ahora habitan en nosotros. El mismo Espíritu que resucitó a Cristo de entre los muertos vive dentro de nosotros. Y al reconocer la realidad de la presencia de Dios en nuestras vidas, debemos comenzar a realinear nuestras vidas con la voluntad del Espíritu. Debemos reaccionar a la gracia de Dios con nuestra obediencia. Tan grande fue el deseo de Dios de brindarte una vida abundante en él, que envió a Jesús como el sacrificio final y perfecto. El hecho de que ahora eres el templo del Espíritu Santo significa que tienes a Dios mismo para guiarte, amarte, llenarte, sanarte y liberarte. Tienes acceso a una relación más real e íntima con tu Padre celestial de lo que puedes imaginar.
Pasa tiempo en oración reconociendo la presencia de Dios dentro de ti y respondiendo a su presencia con humildad y confianza. Permite que el Espíritu te transforme en su presencia y te guíe a ser quien fuiste destinado a ser cuando fuiste creado. Que te encuentres con el poder del Dios que te ama lo suficiente como para permitirte llevar una vida separada para su santa y amorosa presencia.
Guía de Oración:
1. Medita en el poder de la presencia de Dios que mora dentro de ti. Reflexiona sobre la santidad de Dios como se describe en los relatos del Antiguo Testamento del lugar Santísimo.
“El Señor le habló a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón, quienes murieron al acercarse imprudentemente al Señor. Le dijo el Señor a Moisés: ‘Dile a tu hermano Aarón que no entre a cualquier hora en la parte del santuario que está detrás de la cortina, es decir, delante del propiciatorio que está sobre el arca, no sea que muera cuando yo aparezca en la nube por encima del propiciatorio. Aarón deberá entrar en el santuario con un novillo para el sacrificio expiatorio y un carnero para el holocausto. Se pondrá la túnica sagrada de lino y la ropa interior de lino. Se ceñirá con la faja de lino y se pondrá la tiara de lino. Estas son las vestiduras sagradas que se pondrá después de haberse bañado con agua. De la comunidad de los israelitas, Aarón tomará dos machos cabríos para el sacrificio expiatorio y un carnero para el holocausto’”. Levítico 6:1-5
“En torno al borde inferior del manto pondrás granadas de púrpura, carmesí y escarlata, alternándolas con campanillas de oro. Por todo el borde del manto pondrás primero una campanilla y luego una granada. Aarón debe llevar puesto el manto mientras esté ejerciendo su ministerio, para que el tintineo de las campanillas se oiga todo el tiempo que él esté ante el Señor en el Lugar Santo, y así él no muera”. Éxodo 28:33-35
2. Ahora medita en el hecho de que eres el templo del Espíritu Santo. Reconoce la realidad del Espíritu Santo en tu vida. Abre tu corazón y tu mente para experimentar su cercanía, amor y poder.
“¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, él mismo será destruido por Dios; porque el templo de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo”. 1 Corintios 3:16-17
“¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios”. 1 Corintios 6:19-20
3. Ven ante Dios con la valentía que Cristo pone a tu disposición. Pide al Espíritu que te guíe más profundamente en la presencia de Dios. Pídele a Dios que te revele nuevas facetas de su amor por ti. Dios es infinito. Su presencia nunca se agota. Tómate el tiempo para descansar en la presencia maravillosa, real y amorosa de tu Padre celestial.
“Cristo … al presentarse como sumo sacerdote de los bienes definitivo en el tabernáculo más excelente y perfecto, no hecho por manos humanas (es decir, que no es de esta creación), entró una sola vez y para siempre en el Lugar Santísimo. No lo hizo con sangre de machos cabríos y becerros, sino con su propia sangre, logrando así un rescate eterno”. Hebreos 9:11-12
“Así que, hermanos, mediante la sangre de Jesús, tenemos plena libertad para entrar en el Lugar Santísimo, por el camino nuevo y vivo que él nos ha abierto a través de la cortina, es decir, a través de su cuerpo; y tenemos además un gran sacerdote al frente de la familia de Dios. Acerquémonos, pues, a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe, interiormente purificados de una conciencia culpable y exteriormente lavados con agua pura Hebreos 10:19-22
En la presencia de Dios puedes experimentar todo lo que él desea hacer en ti. Permite que el Espíritu te guíe a heridas pasadas que necesitan ser sanadas. Si estás sufriendo de una enfermedad física, pídele al Espíritu que te cure. El Espíritu de Dios está hoy tan vivo y activo como siempre, trabajando para sanar el quebrantamiento de un mundo dañado por la destrucción del pecado. Permítele que trabaje en ti, para que puedas ser para otros una imagen de la realidad del amor del Padre celestial por sus hijos. Abre tu corazón, pídele que se mueva y trabaje, y recibe lo que sea que él desee darte hoy. No hay tiempo suficiente como estar en la presencia de Dios y experimentar todo lo que él tiene para ofrecernos en su amor y gracia.
Lectura Complementaria: Hebreos 9-10
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