Pentecostés - Primeros15 - 19 de Mayo
Tema de la Semana: La Presencia Manifiesta de Dios
La presencia de Dios es real, llena de amor y completamente transformadora. Ella toma lo que estaba roto y lo sana. Nos toma cuando estamos perdidos y nos guía a nuestro lugar legítimo en el Padre. Satisface a los cansados, trae luz a la oscuridad y derrama la lluvia refrescante del amor de Dios en las partes más secas y profundas del alma. En la Biblia una historia tras otra nos relata cómo Dios baja para encontrarse con sus hijos allí donde están, y tu Padre celestial hace lo mismo por ti hoy. Él anhela dar a conocer la realidad de su presencia, desea refrescarte con su cercanía. Fuiste creado para encontrarte con Dios y nunca estarás satisfecho hasta que vivas continuamente la experiencia para la cual fuiste creado. Permite que tus deseos de encontrarte con el Dios vivo se intensifiquen esta semana mientras leemos historias poderosas de personas que se encontraron con su presencia manifiesta. Responde a la palabra de Dios buscando aquello para lo que fuiste creado: un encuentro continuo con tu Padre celestial.
Pentecostés
Pasaje Bíblico: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, vino del cielo un ruido como el de una violenta ráfaga de viento y llenó toda la casa donde estaban reunidos”. Hechos 2:1-2
Devocional:
Pentecostés marca el poderoso comienzo de un movimiento global del poder de la presencia de Dios que se extiende por la tierra. Al leer el relato de lo que sucedió cuando el Espíritu descendió con poder sobre el pueblo de Dios, colócate en medio de ellos. Imagínate cómo se vería, cómo sonaría y qué se sentiría ser testigo de primera mano de un movimiento tan poderoso del Espíritu de Dios:
“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, vino del cielo un ruido como el de una violenta ráfaga de viento y llenó toda la casa donde estaban reunidos. Se les aparecieron entonces unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.
Estaban de visita en Jerusalén judíos piadosos, procedentes de todas las naciones de la tierra. Al oír aquel bullicio, se agolparon y quedaron todos pasmados porque cada uno los escuchaba hablar en su propio idioma. Desconcertados y maravillados, decían: ‘¿No son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye hablar en su lengua materna? Partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia, de Judea y de Capadocia, del Ponto y de Asia, de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia cercanas a Cirene; visitantes llegados de Roma; judíos y prosélitos; cretenses y árabes: ¡todos por igual los oímos proclamar en nuestra propia lengua las maravillas de Dios!’. Desconcertados y perplejos, se preguntaban: ‘¿Qué quiere decir esto?’. Otros se burlaban y decían: ‘Lo que pasa es que están borrachos’”. (Hechos 2:1-13)
El Espíritu Santo es nuestro mayor don. Cuando los discípulos recibieron el Espíritu, comenzaron a vivir como lo hizo Jesús. Comenzaron a hablar, sanar y transformar un mundo que no había conocido una relación restaurada con su Creador desde Adán y Eva. Y las Escrituras dejan claro que nuestras vidas deben seguir su ejemplo. Se nos ha dado el mismo Espíritu que a los discípulos, quienes se movieron de manera muy poderosa al revelar a nuestro amoroso Padre celestial, a un mundo que necesita desesperadamente una relación con su Creador. Siento que hay tres áreas en las que el Espíritu nos podría ungir más poderosamente hoy de la misma forma en la que lo hizo con los discípulos en Pentecostés. Busquemos audazmente todo lo que el Espíritu haría en nuestros corazones y vidas hoy.
El primer acto de los discípulos al ser llenos del Espíritu en Pentecostés fue hablar a todos los que escuchaban, explicando todos los actos poderosos que ocurrían a su alrededor. Y con la predicación de Pedro, tres mil oyentes aceptaron el regalo gratuito de la salvación. Los que estamos marcados por la presencia del Espíritu debemos ser discípulos que se mueven en el poder del amor. Hechos 1:8 dice: “Pero, cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”. El Espíritu anhela utilizarnos para que proclamemos la bondad del amor de Dios a este mundo perdido y moribundo. Él anhela llenarnos con el deseo de amar a este mundo como él lo hace. 1 Corintios 16:14 dice: “Hagan todo con amor”. Gálatas 5:22 dice: “En cambio, el fruto del Espíritu es amor”. Y en Marcos 12:31 Jesús dice que el segundo gran mandamiento es: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. ¿Está tu vida marcada por el amor a los demás? ¿Vives tu vida al servicio de tu Padre celestial y sus hijos? Busca hoy un nuevo encuentro con el Espíritu Santo. Es el Espíritu quien trae el fruto del amor a tu vida. No puedes amar a los demás por ti mismo, porque el verdadero amor proviene únicamente de Dios. El Espíritu anhela llenarte con el deseo y la unción para amar a los demás a tu alrededor, de manera que ellos puedan conocer mejor el amor del Padre celestial.
La venida del Espíritu Santo también trajo una poderosa unidad a los discípulos. Hechos 2:44-47 dice:
“Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno. No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos”.
Solo el Espíritu puede traer unidad entre personas quebrantadas, competitivas y necesitadas. Solo a través del Espíritu tenemos la capacidad de amar y aceptar a los demás sin importar nuestras diferencias y unirnos hacia el objetivo común de amar a Dios y a los demás de todo corazón. Pablo escribe en Efesios 4:1-3: Por eso yo, que estoy preso por la causa del Señor, les ruego que vivan de una manera digna del llamamiento que han recibido, siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor. Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz”. ¿Eres un discípulo marcado por el deseo de “mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz”? ¿Eres un cristiano marcado por un amor lleno de gracia para tus compañeros creyentes? Todos debemos buscar una mayor unción y un deseo del Espíritu hacia la unidad. No podemos ser desinteresados en nuestra propia fuerza. Necesitamos la ayuda del Dios del amor perfecto para perseguir la unidad a través de la humildad. Busca el deseo y la unción de ser una persona que trabaje hacia la meta de la unidad y no hacia la división que vemos actualmente. Pasa tiempo en la presencia de Dios permitiéndole que transforme tu corazón para que se parezca más a él.
Finalmente, Pentecostés llenó a los discípulos con la capacidad de conectarse directamente con Dios a través de la avenida que significó el Espíritu Santo. Pablo escribe en 1 Corintios 2:10: “Ahora bien, Dios nos ha revelado esto por medio de su Espíritu, pues el Espíritu lo examina todo, hasta las profundidades de Dios”. Hechos 15:28 dice: “Nos pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponerles a ustedes ninguna carga aparte de los siguientes requisitos”. Los discípulos conocían los deseos de Dios, recibieron revelación de él, y fueron transformados a la semejanza de Cristo a través de la comunión con el Espíritu Santo. Nosotros, como discípulos, debemos estar marcados por la conexión directa con el Espíritu Santo. Pablo y Pedro no tenían una habilidad humana especial para hablar con Dios. Antes de la venida del Espíritu Santo, Pablo estaba matando a los hijos del mismo Dios al que estaba tratando de servir, y Pedro eligió su propia seguridad sobre la de Jesús, quien le había mostrado un inmenso amor y gracia. Fue solo con el Espíritu Santo que estos hombres pudieron conectarse profundamente con Dios, y nosotros podemos tener esa misma conexión hoy. Entonces, ¿eres un creyente marcado por la conexión directa con el Espíritu Santo? ¿Pasas tiempo buscando su presencia, consejo y unción? Seamos hijos de Dios que buscan una conexión más profunda con nuestro Padre celestial hoy. Busquemos el rostro de Dios como lo hicieron los primeros discípulos y seamos creyentes marcados por la relación con el Espíritu Santo.
Pasa tiempo durante la oración guiada buscando todo lo que el Espíritu haría en ti. Abre tu corazón y tu mente para ser transformado por su amor. Y comprométete a vivir tu vida con conexión directa con el Dios que mora dentro de ti.
Guía de Oración:
1. Medita en el deseo y la capacidad del Espíritu para ungirnos con el poder y el deseo de amar a los demás. Pídele que te muestre hoy cómo amar mejor a los demás. Pídele perdón por cualquier forma en la que hayas lastimado a quienes amas y recibe la unción para amar a las personas con el corazón y las fuerzas de Dios en lugar de las tuyas propias.
“Pero, cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”. Hechos 1:8
“Hagan todo con amor”. 1 Corintios 16:14
“Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Marcos 12:31
2. Ahora medita en el deseo de Dios de usarte para traer unidad a sus hijos. Confiesa a Dios quién te molesta o te enoja. Confiesa a quién te es difícil amar. Pídele amar a esas personas con su corazón. Pídele que te llene con una habilidad sobrenatural para amar a aquellos que son difíciles o diferentes. Pídele que te ayude a ser una persona que persigue la unidad.
“Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno. No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos”. Hechos 2:44-47
Por eso yo, que estoy preso por la causa del Señor, les ruego que vivan de una manera digna del llamamiento que han recibido, siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor. Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz”. Efesios 4:1-3
3. Ahora busca una conexión directa con el Espíritu Santo. Pídele que te guíe hacia el conocimiento de su presencia. Pídele que te muestre su amor abrumador, su gracia y su unción listas para ti hoy. Busca respuestas para cualquier pregunta que tengas acerca de él. Que descubras una fuente de amistad con el Espíritu Santo hoy.
“Para mí el bien es estar cerca de Dios. He hecho del Señor Soberano mi refugio para contar todas sus obras”. Salmo 73:28
“Ahora bien, Dios nos ha revelado esto por medio de su Espíritu, pues el Espíritu lo examina todo, hasta las profundidades de Dios”. 1 Corintios 2:10
“Esto es precisamente de lo que hablamos, no con las palabras que enseña la sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, de modo que expresamos verdades espirituales en términos espirituales”. 1 Corintios 2:13
Es crucial que nosotros como hijos de Dios, busquemos todo lo que él desea darnos. La relación con él está destinada a ser cualquier cosa menos débil y estancada. Los discípulos demostraron que los que están llenos del Espíritu de Dios deben estar marcados por la aventura, el misterio y lo milagroso. Dios tiene una historia escrita contigo en mente. Tiene un plan más allá de lo que puedas imaginar si lo buscas, confías en él y lo sigues. Descansa hoy en el hecho de que Dios te ama lo suficiente como para alejarte de una vida mundana. Persigue sus planes y observa cómo llena tu vida de aventura y maravilla.
Lectura Complementaria: Hechos 2
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