La renovación de tu primer amor - Primeros15 - 21 de Marzo
Tema de la Semana: Renovación
Uno de los mejores aspectos de pasar tiempo a solas con Dios es que somos renovados diariamente por su palabra y su presencia. Cuando hacemos espacio para Dios en nuestras vidas, especialmente al comienzo del día, él es fiel para renovarnos y prepararnos para todo lo que enfrentaremos en el mundo. La Biblia dice: “El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad!”. (Lamentaciones 3:22-23). ¿En qué áreas necesitas renovación? ¿Qué tanto necesitas las misericordias de Dios en tu vida? Él tiene un plan esta semana para enseñarte y guiarte hacia un encuentro con él que te renovará con su abrumadora bondad y amor. Haz espacio para Dios. Haz tiempo para encontrarte con él y experimenta la refrescante lluvia de primavera que él anhela traer para curar los lugares secos y cansados de tu corazón.
La renovación de tu primer amor
Pasaje Bíblico: “Sin embargo, tengo en tu contra que has abandonado tu primer amor”. Apocalipsis 2:4
Devocional:
Debido al gran deseo de Dios de ser verdaderamente amado por su pueblo, se nos ha dado el don del libre albedrío para elegir a quién y a qué darle nuestro afecto. Dios, aun sabiendo muy bien que no todos elegiríamos amarlo, nos creó a partir de su anhelo de tener una relación cercana con nosotros. Es tan grande el deseo de nuestro Padre celestial de tener un vínculo con nosotros, que sufre al ver a sus hijos elegir amar a personas, ideas y posesiones que nunca lograrán corresponderles ese amor por completo. Tan grande es su amor por nosotros que responde a nuestro pecado de idolatría con gracia y misericordia en cada ocasión. Y tan grande es su afecto por nosotros que envió a su único Hijo para que podamos ser restaurados a una relación cercana con nuestro Padre celestial una vez más. Pero aun así, elegimos amar otras cosas antes que a Dios. Todavía buscamos la satisfacción y el amor de la creación en lugar de buscar al Creador. Aun así, decidimos colocar nuestra esperanza y sentimientos en el mundo en lugar de colocarlos en Dios. Si vamos a vivir la vida que Dios quiere para nosotros, que es la única vida satisfactoria posible, necesitamos una renovación de nuestro primer amor.
Hace miles de años, la iglesia en Éfeso se parecía mucho a lo que somos hoy. Apocalipsis 2:4 dice en referencia a la iglesia en Éfeso: "Pero tengo esto contra ti, que has abandonado el amor que tenías al principio". Los efesios todavía estaban trabajando y esperando en Dios. No habían abandonado su fe, solo su primer amor. Pero la Biblia deja claro que al final lo más importante será la forma en la que hayamos amado a Dios. Cuando se le preguntó cuál era el mandamiento más importante, Jesús respondió: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”. (Lucas 10:27). Amar a Dios es nuestra primera prioridad. Nuestro amor por Dios es el fundamento sobre el cual toda la vida debe ser vivida. 1 Corintios 13:1-3 dice: “Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso”. Esta vida tiene que ver con la postura de tu corazón.
Reflexiona por un minuto sobre lo increíble que es el amor de nuestro Dios. La Biblia expresa que él no está interesado en primer lugar en nuestro servicio, sino en nuestro amor. Él solo desea que trabajemos con él si lo hacemos por amor a él. Si profetizamos, o mostramos increíbles actos de fe, o incluso renunciamos a nuestras vidas pero lo hacemos sin amor, él lo llama “un metal que resuena o un platillo que hace ruido”. Dios está detrás de tu corazón. Más que nada en el mundo, él quiere amarte y ser amado por ti. Por supuesto que él quiere que colabores con él y obedezcas sus mandamientos, pero solo por amor a él. Sí quiere que lleves a otros hacia él, pero por el deseo de compartir el increíble amor que te ha mostrado. Muy a menudo solemos evaluar nuestra relación con Dios en función de la frecuencia con la que hemos ido a la iglesia, los viajes misioneros que hemos realizado, la cantidad de personas que hemos ganado para Jesús, y los comités en los que hemos servido o respondiendo la pregunta: ¿Cuánto de nuestras finanzas le hemos dado a Dios? Y frecuentemente hacemos todo eso tratando de ganarnos a un Dios que ya nos ama más de lo que podríamos pedir o imaginar. Dios es el padre en la historia del hijo pródigo que sale afuera para encontrarte, abrazarte y celebrarte sin importar lo que hayas hecho o harás. Él es el pastor que deja las noventa y nueve ovejas para ir tras la primera. Él es el Dios que deja su trono para morir por las mismas personas que gritaban: “¡Crucifícalo, crucifícalo!” Y es el Dios que espera pacientemente todos los días para mostrarte la profundidad de su amor, y hacerte saber que nada de lo que puedas hacer cambiará la forma en que te ama.
Nada podría ser más importante que vivir tu vida sobre la base del mandamiento más grande: amar a Dios. Y aunque es increíblemente importante pasar tu vida amando a Dios, él sabe que solo podrás hacerlo si has encontrado su amor primero. 1 Juan 4:19 dice: “Nosotros amamos porque él nos amó primero”. Experimentar el amor de Dios es el principio y el fin de todo lo que hacemos como hijos. Por haber encontrado el afecto de nuestro Padre celestial nuestros corazones se conmoverán para amarlo como respuesta. Tomemos un tiempo hoy para encontrar el amor de nuestro Dios y dejar que su bondad nos lleve al arrepentimiento (Romanos 2:4). Encuentra el corazón de Dios y deja que su amor renueve dentro de ti tu primer amor.
Guía de Oración:
1. Medita en el amor de Dios por ti como se revela en su palabra. Recibe su presencia. Déjale susurrarte su amor directamente a tu corazón.
“Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros”. Romanos 5:8
¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: ‘Por tu causa siempre nos llevan a la muerte; ¡nos tratan como a ovejas para el matadero!’. Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor”. Romanos 8:35-39
2. Reflexiona sobre tu propia vida. ¿En qué cosas entiendes que tus sentimientos se vuelcan primero al mundo antes que a Dios? ¿Qué ídolos hay en tu propio corazón? ¿A qué persona o a qué cosa amas más que a Dios?
“Sin embargo, tengo en tu contra que has abandonado tu primer amor”. Apocalipsis 2:4
3. Pídele al Señor que sane esos rincones de tu corazón. Sé atraído al arrepentimiento de la bondad de Dios. Arrepiéntete de los momentos en los que has idolatrado a alguien o algo. Recibe la sanidad que tiene lugar cuando confiesas tus pecados.
“Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad”. 1 Juan 1:9
La Biblia es clara al decir que Dios siempre perdonará nuestros pecados como creyentes. Su corazón siempre tiende a la restauración. Él siempre desea llevarnos a una vida en la que nuestros corazones no estén velados ante él. Los ídolos y el pecado nos atan al mundo de maneras que nos impiden la plenitud de la relación disponible en Dios. Participa en el acto de confesión. Constantemente pasa tiempo entregando tu pecado a Dios, y recibe la sanidad y renovación que él anhela traerle. Que tu día se llene de paz como resultado del perdón, la cercanía y la bondad amorosa de Dios.
Lectura Complementaria: 1 Corintios 13
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