El deseo de Dios de perdonar - Primeros15 - 27 de Enero
Tema de la Semana: Avivando Nuestro Amor
Esta semana dedicaremos tiempo a avivar nuestro amor por Dios a través de la renovación de nuestras mentes. Tu mente es la puerta de entrada a tus afectos. Lo que crees que es digno de tus afectos es lo que ella recibirá. Entonces, a medida que crecemos en nuestra comprensión de la abrumadora bondad de Dios, naturalmente le daremos a él nuestros corazones. Que esta semana puedas ser conmovido por el amor incondicional de tu Padre celestial a medida que su naturaleza perfecta te sea revelada de maneras más grandes y transformadoras.
El deseo de Dios de perdonar
Pasaje Bíblico: “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad”. 1 Juan 1:9
Devocional:
Por mucho que Dios odie el pecado debido a sus efectos destructivos sobre nosotros y los demás, odia aún más que algo pueda interponerse en nuestra relación con él. Debido a que él deseaba una relación con nosotros, Dios envió a su Hijo a pagar el precio de nuestra restauración. Y es por su amor continuo por nosotros que nos perdona en el mismo momento en que nos arrepentimos de nuestro pecado. No hay precio para pagar. No hay tiempo que tengamos que pasar fuera de su amor perfecto. Jesús pagó el precio por cada pecado que tú y yo cometeremos alguna vez.
Piensa por un momento en tu rutina normal después de pecar. ¿Qué proceso usualmente atraviesas antes de sentirte restaurado a Dios? ¿Cuánto tiempo esperas para arrepentirte? ¿Cuánto tiempo usualmente dejas pasar antes de que sientes que puedes abrir tu corazón a Dios y disfrutarlo? Es verdad que las consecuencias del pecado pueden persistir incluso después de que pidamos perdón, pero un obstáculo en nuestra relación con Dios no es una de esas consecuencias. Jesús pagó el precio más alto, su propia vida, para que nada vuelva a interponerse entre nosotros y Dios otra vez. La Biblia dice en Romanos 8:33-39:
“¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? … Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor”.
La profundidad del amor incondicional de Dios por ti lo impulsa a perdonarte. El Salmo 103:12 dice: “Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones como lejos del oriente está el occidente”. Después de que confieses tu pecado a él, elige no recordarlo más. Si te acuerdas de una transgresión, no es la voz del Espíritu. Tú tienes un enemigo que miente constantemente para formar barreras entre tú y Dios. Como el enemigo ya no puede mantenerte alejado del cielo, trabajará incansablemente para arruinar tu relación con Dios aquí en la tierra. El momento en que confiesas tu pecado a Dios es el momento en que ya no hay nada entre ustedes que los separe. No permitas que nada obstaculice tu relación con tu Padre celestial. Renueva tu mente con la verdad de lo que Dios dice acerca de tu pecado. El deseo de Dios es perdonarte ahora y para siempre. Su anhelo es guiarte a una relación perfecta con él todos los días, todo el día. Di sí a la guía de Dios hoy, y libérate de la condena de pecados pasados que él ya ha olvidado.
Guía de Oración:
1. Deje que la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento llene tu habitación ahora mismo.
“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”. Filipenses 4:6-7
2. Ahora pídele a Dios que te revele cualquier pecado en tu vida, y tómate un tiempo para confesarte. Recuerda nuevamente que el deseo de Dios no es condenar, sino sanar. Escribe tu confesión si es que esto te ayuda a enfocarte o a recordar.
“No nos trata conforme a nuestros pecados ni nos paga según nuestras maldades. Tan grande es su amor por los que le temen como alto es el cielo sobre la tierra. Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones como lejos del oriente está el occidente. Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos. Él conoce nuestra condición; sabe que somos de barro”. Salmo 103:10-14
3. Recibe el perdón de Dios por tu pecado. Una parte increíblemente importante de la confesión es recibir el perdón. Elige no castigarte más. Elige no velar tu corazón ante Dios debido a la vergüenza. Alinea tu corazón con la verdad de que él elige no recordar tu pecado después de que lo confiesas.
“Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad”. 1 Juan 1:9
La restauración con Dios a menudo depende de nuestras elecciones. ¿Elegirás condenarte a ti mismo? ¿Elegirás escuchar la voz de tu enemigo que te recuerda transgresiones pasadas? ¿O elegirás confiar en Dios en su palabra y recibir una restauración total con el Padre? La elección que hagas afectará profundamente tu calidad de vida. Fuiste hecho para una relación sin obstáculos con Dios. Cualquier cosa que se interponga entre tú y él debe ser eliminada lo más rápido posible. Recibe su perdón hoy. Siempre que recuerdes algún pecado del pasado, alinea tu corazón con la palabra de Dios renovando tu mente. Vive en una relación restaurada con tu Padre celestial hoy.
Lectura Complementaria: Romanos 8
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