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Amistad con el Espíritu Santo - Primeros15 - 28 de Enero


Tema de la Semana: Avivando Nuestro Amor

Esta semana dedicaremos tiempo a avivar nuestro amor por Dios a través de la renovación de nuestras mentes. Tu mente es la puerta de entrada a tus afectos. Lo que crees que es digno de tus afectos es lo que ella recibirá. Entonces, a medida que crecemos en nuestra comprensión de la abrumadora bondad de Dios, naturalmente le daremos a él nuestros corazones. Que esta semana puedas ser conmovido por el amor incondicional de tu Padre celestial a medida que su naturaleza perfecta te sea revelada de maneras más grandes y transformadoras.

Amistad con el Espíritu Santo

Pasaje Bíblico: “Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios”. Romanos 8:26-27

Devocional:

En la salvación se te dio el don de Dios mismo, el Espíritu de Cristo, que habita dentro de ti. Efesios 1:13-14 dice: “En él también ustedes, cuando oyeron el mensaje de la verdad, el evangelio que les trajo la salvación, y lo creyeron, fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido. Este garantiza nuestra herencia hasta que llegue la redención final del pueblo adquirido por Dios, para alabanza de su gloria”. Y con el Espíritu habitando en nuestro interior, la amistad con Dios ha estado disponible a profundidades mayores de las que puedes imaginar. Él anhela pasar tiempo contigo como un amigo. Anhela que sepas cómo se siente, qué piensa que es mejor y qué siente tu Padre celestial por ti.

La Biblia nos enseña mucho sobre el carácter del Espíritu. Hechos 13:2 nos enseña que el Espíritu habla: “Mientras ayunaban y participaban en el culto al Señor, el Espíritu Santo dijo: ‘Apártenme ahora a Bernabé y a Saulo para el trabajo al que los he llamado’”.  En Efesios      4: 30 aprendemos que el Espíritu siente emociones como el dolor: “No agravien al Espíritu Santo de Dios, con el cual fueron sellados para el día de la redención”. Romanos 8:26-27 nos enseña que el Espíritu es nuestro Ayudador y ora por nosotros: “Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios”. La amistad con el Espíritu es uno de los mayores obsequios de Dios para nosotros. Él nos habla, está emocionalmente involucrado con nuestras vidas, nos ayuda en nuestra debilidad y ora por nosotros cuando no tenemos palabras.

Tan grande es el amor de Dios por ti que envió su Espíritu para que more contigo. Tan grande es su deseo de mantener una relación contigo que, en su gracia, se ha dado a él mismo como compañero constante para ti. Otra característica importante del Espíritu, sin embargo, es que él no forzará la relación contigo. Él habla cuando escuchas, te da revelación cuando abres tu mente para recibirla, y él te guía cuando pides su guía. El Espíritu está lleno de un poder increíble, pero de una mansedumbre y humildad increíbles también. Él es poderoso y respetuoso. Si pides una amistad más profunda con el Espíritu Santo, encontrarás que él es el mejor amigo que has conocido.

Tómate un tiempo, al entrar en la guía de oración, para conocer al Espíritu Santo como un amigo. En su libro The Pursuit of God (La búsqueda de Dios) de A.W. Tozer escribe: “La religión, en la medida en que es genuina, es en esencia la respuesta de las personalidades creadas a la personalidad creadora, Dios”. El Espíritu Santo tiene una personalidad. Él tiene gustos y aversiones. Él siente, piensa, disfruta, gusta, sufre y desea. Que tu tiempo de oración se llene con nuevos niveles de amistad con el Espíritu de Dios que habita dentro de ti.

Guía de Oración:

1. Pídele al Espíritu Santo que te revele su cercanía. Tómate un tiempo para reconocer su presencia.

“En él también ustedes, cuando oyeron el mensaje de la verdad, el evangelio que les trajo la salvación, y lo creyeron, fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido. Este garantiza nuestra herencia hasta que llegue la redención final del pueblo adquirido por Dios, para alabanza de su gloria”. Efesios 1:13-14

2. Da gracias al Espíritu por quien es. Agradécele por su presencia en tu vida. Agradécele por su deseo de hablar contigo, guiarte, ayudarte y por orar por ti.

“Mientras ayunaban y participaban en el culto al Señor, el Espíritu Santo dijo: ‘Apártenme ahora a Bernabé y a Saulo para el trabajo al que los he llamado’”. Hechos 13:2

“Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios”. Romanos 8:26-27

3. Ahora pregúntale al Espíritu cómo se siente actualmente. Pregúntale su punto de vista sobre cualquier cosa en tu vida o en el mundo que te rodea. Escucha y presta atención a cualquier inclinación que sientas que viene a tu mente. Anota en un diario lo que te dice.

La amistad con el Espíritu es como cualquier otra amistad en el sentido de que se desarrolla con el tiempo. Como un nuevo amigo, debes conocer su carácter y personalidad. Pasa tiempo hablando con él, escuchándolo y permitiéndole trabajar en tu corazón y en tu vida. Él es un regalo increíble que se te ha dado. Él es tu puerta de entrada para experimentar las cosas de Dios. Camina en una relación, sigue su guía y crea un nuevo mejor amigo en el Espíritu Santo.

Lectura Complementaria: Romanos 8

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