¡Imagínese eso!
Cuando les dimos a conocer la venida de nuestro Señor Jesucristo en todo su poder, no estábamos siguiendo sutiles cuentos supersticiosos sino dando testimonio de su grandeza, que vimos con nuestros propios ojos. Ante todo, tengan muy presente que ninguna profecía de la Escritura surge de la interpretación particular de nadie. Porque la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo. 2 Pedro 1:16, 20-21
Admiro la fe del antropólogo Maurice Bloch. Maurice, de la Escuela de Economía de Londres, cree que de todos los animales, los humanos son los únicos que practican la religión. Y lo hacen porque son los únicos en los que ha evolucionado la imaginación.
Además, él cree que nuestra imaginación evolucionó hace 40 a 50 mil años, lo que permitió a los seres humanos creer en cosas como un alma eterna y otras cosas imaginarias… como Dios.
Finalmente, Maurice también cree que: "Una vez que nos damos cuenta de la omnipresencia de lo imaginario todos los días, no queda nada especial que explicar acerca de la religión…". Lo cual no es más que una forma sutil de decir que todas las cosas en las que creo no son más que producto de mi imaginación… o de la imaginación de muchas personas.
En realidad admiro la fe de Maurice. No estoy de acuerdo con nada de lo que dice, pero lo admiro, porque en su avidez por explicar todo lo que es espiritual, está dispuesto a creer cualquier cosa.
En cambio, todo lo que yo tengo que hacer es creer en el testimonio inspirado por el Espíritu Santo que dieron los discípulos. Mucho antes de que Maurice y sus dudas nacieran, el Espíritu Santo inspiró a Pedro a escribir: "No estábamos siguiendo sutiles cuentos supersticiosos sino dando testimonio de su grandeza, que vimos con nuestros propios ojos".
Entonces si estoy entendiendo correctamente, debo elegir entre:
Creerle a Maurice quien, sin ninguna prueba tangible, me está diciendo qué pasó hace 40.000 años, o
Creerle a los discípulos que vivieron hace menos de 2.000 años y escribieron lo que vieron.
Si bien admiro la fe de Maurice, voy a creer y a seguir a los santos hombres de Dios que hablaron movidos por el Espíritu Santo.
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