No se cansen
Ustedes, hermanos, no se cansen de hacer el bien. 2 Tesalonicenses 3:13
El dueño de unas tierras en el estado de Texas estaba cortando algunos árboles en su casi remota propiedad, cuando encontró algo que parecía un misil de guerra.
Al leer la inscripción en el artefacto, vio que decía: "Misil Lanzador Teledirigido Terrestre". Lo que había encontrado era un misil de ataque Dragón que, al ser disparado a un tanque enemigo, lo deshace en pedacitos.
Como todo buen ciudadano, este hombre trató de devolver el misil a las autoridades. Y ahí es cuando su historia se puso interesante.
Primero llamó al FBI, pero no lo quisieron; luego llamó al Departamento de Seguridad del Estado, pero tampoco lo quisieron. Entonces llamó al comisario del condado, y a todas las agencias y autoridades que se le ocurrieron, pero nadie lo quiso. Hasta habló con la policía militar de Houston, pero le dijeron que no tenían autoridad en dicha zona. Nadie quería tener nada que ver con el misil.
Finalmente, su pedido fue a parar a un investigador criminal del Ejército quien, con un equipo de desactivación de una Base de la Fuerza Aérea, recogió el misil que, para entonces, estaba sobre la mesa del comedor de su casa.
Lo que me impresionó de esta historia, fue lo difícil que le resultó a ese hombre hacer lo correcto. Conozco muchas personas que se hubieran dado por vencido, deshaciéndose del misil en el primer basurero que encontraran, y también conozco a más de uno que con gusto lo hubiera guardado para usar en los próximos festejos del Día de la Independencia.
Pero este hombre no se cansó de tratar de hacer lo correcto, y nosotros tampoco debemos cansarnos. Eso es lo que San Pablo le dijo a la iglesia en Tesalónica. Después de todo, tenemos un Salvador que, a pesar de ser odiado, burlado, malinterpretado y rechazado, dio su vida para comprar nuestro perdón y ganar nuestra salvación.
Jesús no se cansó de hacer lo correcto. Es un ejemplo que todos debemos seguir.
ORACIÓN: Señor, te doy gracias por darme un Salvador que se mantuvo firme en su misión de salvarme. Ayúdame para que, con la ayuda del Espíritu Santo, yo también pueda demostrar mi fe haciendo lo correcto, y ser así un testigo fiel de mi Salvador. En su nombre. Amén.
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