Amor
Pero Dios demuestra su amor por nosotros en est en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. 1 Juan 4:5-6
Ya que hoy se festeja el Día de San Valentín, voy a compartir con ustedes una historia de amor verdadero.
Adela tiene 78 años de edad, vive en Holanda, y ha fumado -y tratado de dejar de fumar— durante 50 años. Como tantas otras personas, Adela ha fallado una y otra vez... hasta hace poco.
Me complace decirles que, finalmente, Adela ha renunciado a sus cigarrillos, puros y pipas. ¿Le gustaría saber cuál es el secreto de su éxito? Lo compartiré con ustedes aún cuando no le será útil a nadie más. Su arma secreta es Leo, de 79 años de edad.
Leo le pidió a Adela que se casara con él, pero le dijo que no lo haría hasta que ella dejara de fumar. Adela dice: "Mi fuerza de voluntad nunca fue suficiente para terminar con mi adicción al tabaco. Pero el amor sí lo fue." Otra victoria para el amor.
El amor ha visto muchas otras victorias semejantes a lo largo de los siglos: ha terminado guerras, ha hecho la vida más fácil a millones de personas, y también puede transformar nuestros días en algo increíblemente maravilloso. El poder del amor no sólo está vigente en el día que lleva el nombre del mártir cristiano Valentín, sino cada día de nuestra vida.
Y no podemos hablar del amor sin hablar del más grande amor que este mundo pecaminoso y triste ha visto jamás. Los lectores de estas Devociones Diarias inmediatamente sabrán que nos referimos, por supuesto, al amor que la humanidad ha recibido del Dios Trino.
El amor del Señor es único. El amor de Dios da cuando aun cuando las personas no lo quieren, o creen que no lo necesitan. El amor de Dios tiene iniciativa propia, se auto-genera y es auto suficiente. El amor de Dios llega a todas las personas, sin distinciones. Al amor de Dios no lo detiene ni la política, ni el tiempo, ni siquiera la tumba.
El amor de Dios está personificado en Jesús, y nos llega a través del poder del Espíritu Santo. Y cuando el amor de Dios encuentra un lugar en el corazón de una persona, perdona, restaura, y transforma.
ORACIÓN: Padre celestial, no existe amor que se compare con tu amor. Gracias por amarnos con amor eterno. Concédeme la gracia de amar a otros así como tú me has amado. En el nombre de Jesús. Amén.
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