15-29 de Febrero
Oraciones Fervientes
Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará. Mateo 6:6
El arzobispo Joseph Hall, un apasionado anglicano del siglo diecisiete encarcelado una vez en la Torre de Londres por su fe, pasó sus últimos años en una granja del campo escribiendo sus clásicos devocionales. Aquí citaremos lo que dijo acerca de la oración:
Una flecha, si es arrojada hacia arriba pero con poca tensión del arco, no llega lejos; pero si es arrojada con mucha tensión volará con rapidez y penetrará con profundidad. La oración, si es tan solo hilvanada por los labios como al descuido, caerá a nuestros pies. Es la fuerza [de la descarga] y el fuerte deseo lo que la envía al cielo, y hace que atraviese las nubes. No es la aritmética de nuestras oraciones, por muchas que sean; no es su retórica, por elocuentes que sean; ni tampoco su música, por dulces que sean nuestras voces; ni la lógica de nuestras oraciones, por argumentativas que sean; ni su método, por ordenadas que sean; ni siquiera lo divinas que sean nuestras oraciones, por buena que pueda ser la doctrina, lo que Dios mira. El fervor del espíritu es lo que logra mucho.
El Señor usa a los hombres y mujeres que oran con gran seriedad. ¿Iba usted a apresurarse con sus oraciones de hoy? ¿Por qué no hace una pausa y habla con su Padre un rato?
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