Al final de la pila
Bendeciré al Señor en todo tiempo; mis labios siempre lo alabarán. Salmo 34:1
Todos tenemos cuentas que pagar. Y creo no equivocarme al decir que la mayoría de nosotros sabemos lo que es tener más deudas para pagar que dinero para hacerlo.
Eso le sucedió a un hombre que recibió una carta de uno de sus acreedores demandándole que le pagara lo que le debía.
Como respuesta, este hombre escribió a su vez una carta a la compañía diciendo: “Estimados señores, cada vez que cobro tomo todas las cuentas que tengo para pagar, las pongo sobre la mesa, las mezclo, y pago las seis que quedan más arriba en la pila. Si recibo otra carta en el mismo tono que la que me acaban de enviar, el mes que viene quedarán oficialmente fuera de la pila”.
Si bien la idea es muy creativa, dudo que le haya dado resultado.
Aunque parezca mentira, muchas personas hacen lo mismo con respecto a sus almas. Se fijan en todas las cosas que quieren hacer y tener, y las ponen por encima de todo lo demás en su vida. Y si Dios les hace saber que quisiera ser parte de sus vidas, lo quitan del medio y hasta amenazan con olvidarlo para siempre.
Esa sí que es una idea mala que no va a dar resultado.
Nuestro Señor dio a su Hijo para salvarnos. Más aún, cada día nuestro Dios nos cuida y protege de peligros y problemas de los que ni siquiera nos damos cuenta.
Es justo que lo primero en la pila sea darle gracias. El salmista dijo: “Bendeciré al Señor en todo tiempo; mis labios siempre lo alabarán”.
Él sabía que Dios debía estar primero que nada.
ORACIÓN: Padre celestial, perdóname por las veces que te he fallado y te he puesto al final de la pila a ti, que has hecho tanto por mí. Haz que mi corazón pecador esté siempre dispuesto a agradecerte y alabarte. En el nombre de tu Hijo. Amén.
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