¿Avergonzado de Jesús?
A cualquiera que me reconozca delante de los demás, yo también lo reconoceré delante de mi Padre que está en el cielo.Pero a cualquiera que me desconozca delante de los demás, yo también lo desconoceré delante de mi Padre que está en el cielo. Mateo 10:32-33
Un pastor, hablando ante su congregación un domingo, usó a los mormones, los Testigos de Jehová, y los bautistas, como ejemplo de personas que están dispuestas a ir de puerta en puerta para hablar acerca de su fe con los demás. Luego preguntó: “¿Por qué no estamos todos tan entusiasmados como para hacer lo mismo?”
Un niño ve a su amigo tomar un paquete del estante del mercado y guardárselo en el bolsillo. Sabe que su amigo se va a ir sin pagar. El niño no le dice nada a su amigo. ¿En qué se parecen la congregación y el niño? ¿En qué son diferentes?
A veces, como en el caso del pastor, actuamos como si la única forma de motivar a los demás a hablar acerca del Señor fuera la culpa. Como resultado, sentimos envidia o alegría por quienes lo hacen, y culpa porque nosotros no podemos, no queremos, o no lo hacemos.
¿Cómo se siente usted cuando alguien le recuerda que debería estar haciendo algo que no está haciendo?
En un monte de Galilea Jesús encomendó a sus discípulos a que hicieran discípulos bautizando y enseñando. Luego les prometió estar con ellos siempre, hasta el fin. ¿Qué ayudó a los discípulos a hacer lo que hicieron para divulgar las buenas nuevas acerca de Jesús – el mandamiento, o la promesa? ¿Qué le promete Jesús en la lectura de hoy?
ORACIÓN: Señor Jesús, ¡quédate con nosotros siempre! Pon tus palabras en nuestras bocas para que estemos siempre dispuestos a compartirte con los demás. Amén.
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