De generación en generación
Al recordarte de día y de noche en mis oraciones, siempre doy gracias a Dios, a quien sirvo con una conciencia limpia como lo hicieron mis antepasados. Y al acordarme de tus lágrimas, anhelo verte para llenarme de alegría. Traigo a la memoria tu fe sincera, la cual animó primero a tu abuela Loida y a tu madre Eunice, y ahora te anima a ti. De eso estoy convencido. Por eso te recomiendo que avives la llama del don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos. Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio. 2 Timoteo 1:3-7
A veces tenemos cosas que hemos recibido de nuestros padres y abuelos y que, a su vez, se espera que pasemos a las generaciones que nos siguen. ¿Hay en su familia tradiciones o reliquias que entran dentro de esta descripción?
Para muchos, la fe y la confianza en Jesucristo han sido pasadas a través de las promesas del Evangelio de generación en generación.
En la lectura para hoy, Pablo reconoce que la fe que Timoteo tiene la ha recibido de su abuela Loida y de su madre Eunice.
¿Recuerda quién fue la primera persona que le habló sobre el Señor Jesús? ¿Qué le parece si le agradece a Dios en oración en este mismo momento por ella?
Es muy reconfortante ver a los niños que hemos criado o enseñado, caminando en la fe con esperanza y amor. ¿Cómo pueden las experiencias que un niño vive reavivar el don de la fe que Dios ha puesto en su corazón? ¿Cómo podemos ayudarnos mutuamente para prepararnos para ayudar a la próxima generación a recibir el don de la fe?
ORACIÓN: Señor Jesús, gracias por enviar a nuestras vidas a quienes nos pasaron la fe. Ayúdanos a hacer lo mismo por quienes vienen después de nosotros. Amén.
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