Cosas innecesarias
No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Mateo 6:19
Hace algún tiempo, cuando estaba comprando un regalo de cumpleaños para un familiar, escuché una conversación entre una vendedora y quien éste creía era un cliente potencial.
La razón por la que me fijé en el cliente fue porque iba vestido como un cowboy del oeste, con sombrero incluido, lo que no es muy común en los centros comerciales de St. Louis.
El hombre parecía estar buscando algo, así que la vendedora le preguntó si le podía ayudar, a lo que él, muy amablemente, le respondió: “No señorita, gracias. Sólo estoy impresionado al ver tantas cosas de las que puedo prescindir”.
Mi casa también está llena de cosas que puedo prescindir. Hay cosas que me han regalado y que jamás he usado; hay cosas rotas que no hemos botado... tantas cosas de las que puedo prescindir.
Pero hay algo en mi casa de lo cual no puedo prescindir, y es el amor de Dios. Este amor es lo primero que necesito en la mañana, y lo último que necesito al final del día.
El amor de Dios es flexible. Es fuerte cuando yo soy débil, y me ayuda cuando necesito ayuda.
Les aseguro que puedo prescindir de muchas cosas, pero espero ser lo suficientemente agradecido como para nunca prescindir del amor que Dios demostró en la crucifixión y resurrección de su Hijo.
ORACIÓN: Padre celestial, gracias por suplir cada necesidad. Ayúdame a controlar mis deseos, y enséñame a apreciar lo que tiene que ser más importante: tu amor y mi Salvador. En el nombre de Jesús. Amén.
De una devoción escrita originalmente para “By the Way”
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