Dar
Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él. Colosenses 3:17
Hace mucho tiempo que no he estado en una granja.
Pero recuerdo que muchos años atrás, cuando tenía unos trece años, me quedé en la granja de mi tío. En ese entonces, él tenía seis vacas lecheras. Cuando le pregunté cuánta leche daba cada vaca, me dijo: “Kenny, si te refieres a cuánta leche da por su propia voluntad, no da ni una gota, pero si te refieres a cuánta leche da cuando la arrincono y le tranco la cabeza para que no se pueda mover y se la ordeño, la respuesta es 10 litros”.
A través de los años he conocido personas que dan menos que la vaca de mi tío. Si alguien pregunta cuánto dan por su propia voluntad, la respuesta es “nada”. Y la respuesta sigue siendo “nada” aún cuando se los arrincone de tal forma que no se puedan mover.
Muchas de esas personas nunca se detienen a considerar las bendiciones que Dios les ha dado a través de Jesucristo, sino que toman su vida, su sufrimiento y su muerte, como si nada. El perdón y la salvación que Jesús logró para ellos no les dice nada, lo cual es muy triste. Es triste porque, la persona que no muestra agradecimiento en respuesta al Salvador, difícilmente responderá a las necesidades de su prójimo.
¡Qué contraste son estas personas cuando son comparadas con Dios! Dios no tuvo que ser intimidado ni acorralado ni convencido para poner en acción su plan de salvación. Y, cuando de dar se trata, Jesús no murió porque los soldados lo clavaron en la cruz, ni porque lo vigilaban para que no se escapara.
Sabemos que esto es cierto porque, en Juan 10:18, hablando de su propia vida, el Redentor dice: “Nadie me la arrebata, sino que yo la entrego por mi propia voluntad. Tengo autoridad para entregarla, y tengo también autoridad para volver a recibirla…”
Jesús dio su vida por voluntad propia, para que nosotros también podamos tener vida.
Como dice un himno…
De riquezas nos llenó Cristo en su pobreza.
Alabad al que cumplió fiel su gran promesa.
Nuestro Dios es digno de ser alabado por su fidelidad y por las riquezas con que gratuitamente nos ha bendecido.
ORACIÓN: Padre Celestial, te damos gracias por el gran regalo del Salvador y por habernos dado el tiempo y la oportunidad de reflexionar sobre su vida y las bendiciones que nos ha dado. En su nombre. Amén.
De una devoción escrita originalmente para “By the Way”
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