Dios nos conserva en santidad
Que Dios mismo, el Dios de paz, los santifique por completo, y conserve todo su ser —espíritu, alma y cuerpo— irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo. El que los llama es fiel, y así lo hará. 1 Tesalonicenses 5: 23-24
En la medida que avanzamos en el camino de Cristo, estamos creciendo. Crecemos en santidad, porque el Espíritu Santo nos santifica. Crecemos en conocimiento, porque la Palabra de Dios nos hace sabios. Crecemos en esperanza, porque nuestra mirada está puesta en “la venida de nuestro Señor Jesucristo”.
Este crecimiento es integral, ya que Dios se involucra directamente en la totalidad de nuestra vida, de manera que nos conserva y guarda. Por Cristo, nuestro “espíritu, alma y cuerpo” son irreprochables a la vista de Dios Padre.
Decir que somos completamente “irreprochables” no es un acto de vanidad personal, sino una confesión de fe, porque Cristo nos ha hecho nuevas criaturas. Es confesar que, en su nombre, hemos recibido el perdón de los pecados. Los méritos de Cristo han sustituido nuestras faltas, cubriéndonos de su justicia. Él es, delante de Dios, nuestra justicia.
Cada creyente es un hijo de Dios que ha sido declarado irreprensible y que está preparado para escuchar la voz del Señor en su retorno, invitándolo al reino que ha sido preparado para nosotros antes de la fundación del mundo.
El mismo Dios, que nos llamó por su Palabra al arrepentimiento, a la fe y a estar en paz con él, es fiel y, conforme a su promesa, nos guardará completamente hasta el día de su venida en gloria y majestad.
ORACIÓN: Padre celestial, estoy agradecido porque, por medio de Jesús, te pertenezco completamente. Amén.
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