Dónde
Jesús le dijo: “¿Por qué lloras, mujer? ¿A quién buscas?” Ella, pensando que se trataba del que cuidaba el huerto, le dijo: “Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo ha puesto, y yo iré por él”. “María”, le dijo Jesús. Ella se volvió y exclamó: “¡Raboni!” (que en arameo significa: Maestro). Juan 20:15-16
Es muy doloroso cuando un ser querido desaparece y uno no sabe qué le ha pasado, si está vivo o muerto. Las familias de Santiago y Roberto lo saben muy bien, porque lo han experimentado en carne propia durante los últimos 41 años.
Hace más de cuatro décadas, cuando iban volando sobre Laos, Santiago comunicó por radio que el avión en que iban se había prendido fuego. Eso fue todo. Durante años las familias esperaron tener noticias. Durante años mantuvieron vivas sus esperanzas. Pero, poco a poco, las fueron abandonando.
Finalmente, el Departamento de Defensa les comunicó que habían identificado los restos de ambos, y ya han sido sepultados con todos los honores militares que merecían.
Hace veinte siglos, una joven llamada María estaba llorando al lado de la tumba de su amigo Jesús. María lloraba porque su amigo había desaparecido. Su cuerpo no estaba por ningún lado, y ella no sabía si era que lo habían llevado a otro lado, o si alguien lo había robado.
María no sabía qué había sucedido con el cuerpo de su amigo. Las Escrituras nos lo dicen. Tres días después de haber dado su vida para salvar a la humanidad, Jesús resucitó de entre los muertos. Luego de haber conquistado al pecado y al diablo, Jesús mostró así su dominio su el último enemigo de la humanidad: la muerte.
Su resurrección fue un acontecimiento que cambió al mundo.
A partir de ese momento, todos los que sufren la pérdida de un ser querido son consolados… si ese ser querido murió confiando en Jesús como su Salvador. Más aún, los cristianos podemos confiar en que el Cristo resucitado está con ellos… por toda la eternidad.
Ese mismo Cristo resucitado también ha prometido estar con nosotros siempre… y ese “siempre” incluye a esos hombres que estuvieron perdidos durante 41 años en la jungla de Laos.
ORACIÓN: Señor Jesús, te pedimos que consueles a quienes han perdido un ser querido, y los reafirmes haciéndoles saber que, porque tú vives, todos los que creen en ti también vivirán. Amén.
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