Una preocupación inusual
“Dicho esto, Jesús se angustió profundamente y declaró: –Ciertamente les aseguro que uno de ustedes me va a traicionar.” Juan 13:21
Es usual que traicionemos al Señor. En la mayoría de las iglesias es tradicional tener un programa de Navidad para niños. Una de esas iglesias, en su afán por mostrar el brillo del recién nacido Salvador, decidió poner un foco de luz dentro del pesebre. Así, cuando se apagaran las luces de la iglesia, el pesebre brillaría en forma magnífica.
Desdichadamente, cuando llegó el momento indicado, el niño a cargo de la iluminación apagó todas las luces, incluyendo la del pesebre. De pronto, el niño que hacía de José, gritó: “¡Has apagado a Jesús!”
Durante la última cena, Jesús dijo que Judas iba a “apagarlo”. Aun sabiendo esto, y mostrando así un amor totalmente diferente del amor de cualquier otro ser humano, Jesús continuó amando el corazón oscuro de Judas.
Jesús sabía que no hay mayor tragedia en este mundo que alguien que lo conoce, baje la perilla que apaga la luz del amor de Dios. Es por eso que él todavía hace que su poder siga fluyendo a su pueblo. Jesús sufrió, murió, y resucitó para asegurarse de que nunca haya ninguna interrupción de poder ni temporal ni permanente.
ORACIÓN: Señor, doy gracias porque la luz de Jesús brilla en mi corazón. Te pido que me ayudes para que nunca sea causa de que otros apaguen tu luz. Amén.
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