Una complacencia usual
“Como quería satisfacer a la multitud, Pilato les soltó a Barrabás; a Jesús lo mandó azotar, y lo entregó para que lo crucificaran.” Marcos 15:15
Cuando Pilato entrega a Jesús para que sea crucificado, podemos ver cuán profundamente arraigada está en las personas la costumbre de tratar de complacer a quienes les rodean. Sin embargo, y por más que tratemos, es una tarea imposible. La mejor prueba que puedo compartir de la historia, es el caso de Luis XVI de Francia.
A diferencia de sus predecesores, Luis comía moderadamente, aprendió un oficio, terminó con las torturas, puso fin a la discriminación, dio libertad de culto a los protestantes, y demostró compasión por los pobres. Su recompensa por tratar de complacer a todas las personas fue una revolución que lo dejó decapitado.
Ya sea que tengan puestos de autoridad en el hogar, en el gobierno, o en la iglesia, los líderes deben reconocer que su responsabilidad va más allá de complacer a la multitud. Sería bueno que aprendieran de nuestro inusual Salvador, que pasó su vida cumpliendo las profecías, cumpliendo perfectamente la ley, y encargándose de los negocios de su Padre.
De más está decir que ningún líder puede hacer lo que hizo Jesús –salvar a los pecadores—pero sí puede encontrar satisfacción en la tarea bien hecha. Se me ocurre que una satisfacción así es algo que Pilato nunca más tuvo.
ORACIÓN: Querido Señor Jesús, tú no trataste de complacer a la multitud. Danos fuerza para complacer solamente a nuestro Padre celestial. Amén.
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