Una seguridad usual
“Por eso, ordene usted que se selle el sepulcro hasta el tercer día.” Mateo 27:64
Al tratar de proteger el cuerpo de Jesús, los sacerdotes muestran un rasgo usual en los seres humanos: el deseo de seguridad.
Hace algunos años, el deseo de estar a salvo en caso de una guerra nuclear motivó a una pareja a buscar un lugar donde estarían protegidos en caso que se lanzara una bomba atómica. Eventualmente, encontraron ese lugar.
Cuando llegó la Navidad, le enviaron una tarjeta a su pastor desde las Islas Malvinas. En menos de un año, su recién descubierto paraíso fue desvastado por una guerra entre Inglaterra y Argentina.
No le llevó mucho tiempo a la pareja darse cuenta que no hay forma de protegerse de la ira y la codicia humana. Algo similar les pasó a los sacerdotes que condenaron y mataron a Jesús: muy pronto se darían cuenta que no había forma de mantenerlo en la tumba.
Los cristianos saben que la verdadera seguridad sólo se encuentra al confiar en nuestro Salvador y en la tumba vacía. Su muerte y resurrección nos aseguran la victoria final sobre las tentaciones de Satanás, la maldición de la tumba, y la condenación de la ley.
En esta Semana Santa, cuando vemos la tumba que está temporalmente sellada y vigilada, damos gracias por los planes todopoderosos de Dios que nos dan la seguridad absoluta.
ORACIÓN: Querido Señor Jesús, gracias por darme seguridad. Amén.
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