Amado
Y vino una voz de los cielos que decía: “Tú eres mi Hijo amado, en ti tengo complacencia”. - Marcos 1:11
Jesús nació cuando el Rey Herodes gobernaba el país. Humanamente hablando podríamos decir que no fue el mejor momento para venir al mundo. Sin embargo, ese fue el tiempo que Dios eligió para mostrar a todos, aún a las personas como Herodes, cuánto ama su corazón al mundo caído en pecado.
La mejor manera de entender al corazón del Padre es escuchando las palabras que dijo cuando su Hijo fue bautizado. “Tú eres mi Hijo amado”, le dice el Padre a Jesús. La palabra ‘amado’, es utilizada posteriormente por el Apóstol Pablo en Efesios 1:5-6, donde dice: “Por su amor [el Padre], nos predestinó para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado.”
¿Nos damos cuenta de lo que Dios estaba haciendo? Este precioso nombre describe que Dios ha hecho todo para que seamos suyos. Romanos 1:7, dice: “A todos los… amados de Dios…” Que, ¿cómo es esto posible? A partir de nuestro bautismo, Dios nos recibe y considera hijos suyos, adoptados y revestidos de la justicia de su Hijo Jesucristo.
Pero, ¡cuidado! A Satanás no le gusta esta idea. El enemigo mentiroso quiere hacernos ver que no valemos nada. Y cuando le creemos a él y nos olvidamos del valor que Dios nos da por medio de Jesús, nos convertimos en nuestros peores enemigos.
Cada vez que pensemos que no valemos mucho, recordemos que, en Jesús, Dios ha perdonado todos nuestros pecados y nos llama sus “amados.”
ORACIÓN: Padre celestial, gracias por haberme hecho tu “amado” por medio de Jesús. Amén.
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