Echa fuera el miedo
Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino... de dominio propio. 2 Timoteo 1:7
La misionera Isobel Kuhn corrió un gran peligro cuando los comunistas tomaron China. Con su hijito Danny escapó a pie, cruzando el Pase de Pienma que estaba cubierto de nieve, y llegó a Myitkyina en Burma. Allí quedó sola, en un alejado rincón del mundo, sin dinero ni manera de regresar a su hogar. «No puedo explicar la alarma y la desazón que me invadieron», escribió.
Sin embargo, tomó dos decisiones. «Lo primero que hay que hacer es echar fuera el miedo», dijo. «El único miedo que ha de sentir el cristiano es el miedo al pecado. Todos los demás miedos los envía Satanás para confundirnos y debilitarnos». El Señor les repitió varias veces a los discípulos: «No tengan miedo». Así que Isobel en oración confió en Dios y rechazó el pánico. En segundo lugar, buscó claridad para dar el siguiente paso, y con el tiempo llegó a casa a salvo.
Los desórdenes de ansiedad son un flagelo en los Estados Unidos. ¡Qué propensos somos a entrar en pánico ante una crisis! El miedo llega naturalmente, con toda potencia.
No obstante, la Biblia nos dice que como hijos de Dios no hemos de preocuparnos (Salmo 37:1), no hemos de desmayar (Deuteronomio 20:3), ni temer (Isaías 41:10). Con la fuerza de Dios podemos aprender a manejar las crisis con sabiduría y una fe calmada.
Quizá usted se halle hoy en una situación difícil. Por medio de la gracia de Dios, eche fuera el miedo y busque la luz para dar el siguiente paso.
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