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Alimento Diario - 20 de Febrero, 2018

  

Febrero 20

Leer Juan 5:1-17

MEJOR QUE UN ESTANQUE

Allí había un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo… [Jesús] le dijo: “¿Quieres ser sano?”(Juan 5:5, 6b)

Jesús fue al estanque de Betesda, donde había muchas personas enfermas. Se dice que de vez en cuando un ángel bajaba al estanque y agitaba sus aguas, y se creía que la primera persona que entrara al estanque era sanada. Así que muchos enfermos yacían a su alrededor, día tras día, vigilando el agua para ver si se movía. ¡Un hombre había estado allí 38 años!

Jesús le dijo: “¿Quieres ser sano?”

A primera vista, suena como una pregunta tonta: ¡por supuesto que ese hombre quería ser sanado! Si no, ¿para qué iba a ir al estanque de Betesda? Y, sin embargo, quizás no. A veces nos sentimos cómodos en nuestra miseria. A veces la salud no es una bendición total para quien sólo saber vivir enfermo.

Quizás el hombre también pensó que era una pregunta tonta. ¿Quién sabe? Sea como fuere, no le contestó a Jesús, sino que se quejó: nunca podía llegar primero al estanque; siempre alguien le ganaba y por eso no podía curarse. O, al menos, eso creía.

Jesús fue directo al grano: “Levántate, toma tu lecho, y vete”, le dijo.

Y para su gran sorpresa, ¡lo hizo! Se levantó y se dio cuenta que estaba completamente curado. El estanque no era necesario. Jesús, el Hijo de Dios, lo había sanado.

Nosotros somos como ese hombre, ¿no es cierto? Cuando nos enfermamos o tenemos problemas, buscamos la mejor ayuda que podemos encontrar: doctores, abogados, psicólogos o expertos… cualquiera que nos ofrezca un rayo de esperanza. Y está bien que así sea. Después de todo, Dios nos ha dado esos recursos para nuestra ayuda y protección.

Pero somos más sabios cuando nos volvemos a Jesús, nuestro Salvador, y le pedimos que nos ayude. Él es el dador de todo lo bueno, nuestro creador y redentor que eligió sufrir y morir por nosotros en la cruz y que ahora, habiendo resucitado, nos cuida y protege en tiempo de necesidad.

Oración: Señor Jesús, tú conoces mis problemas y las situaciones que vivo. Te pido que me ayudes a resolverlas de acuerdo con tu voluntad. Amén.

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