Tema de la Semana: Ama a Dios
La vida cristiana está marcada por la sencillez. Jesús resumió nuestro propósito con dos declaraciones: ama a Dios y ama a la gente. Pero en nuestra humanidad hemos hecho complejo lo que Dios diseñó para ser pacífico, lleno de propósito y sencillo. A. W. Tozer comenta en La búsqueda de Dios: “Cada época tiene sus propias características. En este momento estamos en una época de complejidad religiosa. La sencillez que está en Cristo rara vez se encuentra entre nosotros. En su lugar, hay programas, métodos, organizaciones y un mundo de actividades frenéticas que ocupan tiempo y atención pero que nunca pueden satisfacer el anhelo del corazón. La superficialidad de nuestra experiencia interior, el vacío de nuestra adoración y la imitación servil del mundo que marca nuestros métodos de promoción, testifican que hoy solo conocemos a Dios de manera imperfecta, y a su paz casi ni la conocemos. Aún si en medio de todos los aspectos religiosos externos fuéramos capaces de encontrar a Dios, recién allí podríamos transitar el camino de la sencillez”. Que esta semana podamos descubrir la paz y la alegría que se obtienen al buscar un cristianismo sencillo.
La sencilla verdad de la libertad
Pasaje Bíblico:“Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y, donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”. 2 Corintios 3:17
Devocional:
2 Corintios 3:18 dice: “Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y, donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”. La libertad del pecado no es algo que podamos pagar con nuestra propia sangre, sudor y lágrimas. No puede ser comprado por ninguna clase de fuerza o voluntad humana, sino por la sangre preciosa y poderosa de Jesucristo. La Biblia habla claramente de los efectos dominantes y liberadores de la muerte de Jesús para todos aquellos que creen en él y lo reconocen como Señor. Que seamos hijos liberados de los lazos de esclavitud de los cuales Cristo nos redimió cuando murió por nosotros.
Romanos 8:1-4 dice:
“Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa, sino según el Espíritu”.
Con la llenura del Espíritu vino una nueva ley, un nuevo pacto por el cual se rompen las cadenas del pecado. Ya no estamos condenados a vivir bajo esa tiranía, sino más bien somos liberados para vivir bajo la nueva ley del Espíritu. Y “donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”.
La simple verdad de la Biblia con respecto al pecado es que la libertad es nuestra a través de Cristo Jesús. Experimentar la verdadera libertad del pecado es simplemente vivir a la luz de la poderosa llenura del Espíritu Santo y la palabra viva y activa de la verdad de Dios acerca de ti. Romanos 6:6, 18 y 22 dice: “Sabemos que nuestra vieja naturaleza fue crucificada con él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado … En efecto, habiendo sido liberados del pecado, ahora son ustedes esclavos de la justicia … Pero ahora que han sido liberados del pecado y se han puesto al servicio de Dios, cosechan la santidad que conduce a la vida eterna”.
Ya no eres esclavo de este mundo. Tu pasado no te define. El futuro ante ti es de paz, gozo y libertad en el Espíritu. Dios tiene planes increíbles para ti que superan el simple poder del pecado. Jesús murió para darte una vida abundante aquí en la cual tu porción son la libertad y el amor, no el pecado y la destrucción habituales.
Renueva ahora tu mente de acuerdo a la ley del Espíritu a la que perteneces, mientras pasas un tiempo en la oración guiada.
Guía de Oración:
1. Medita en la libertad disponible para ti a través de la muerte de Cristo y en la llenura del Espíritu Santo. Permite que la Biblia renueve tu mente y cambie tu perspectiva sobre el pecado y la libertad.
“Sabemos que nuestra vieja naturaleza fue crucificada con él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado”. Romanos 6:6
“Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y, donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”. 2 Corintios 3:17
“Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa, sino según el Espíritu”. Romanos 8:1-4
2. ¿Qué pecado te enreda continuamente? ¿Qué victoria sientes que el enemigo tiene sobre ti?
3. Pídele al Espíritu Santo que te llene con su mirada respecto a tu pecado. Pídele que te muestre el camino a la libertad. Mira tu pecado a través de la lente de la Biblia y colócalo en el lugar adecuado.
“En efecto, habiendo sido liberados del pecado, ahora son ustedes esclavos de la justicia”. Romanos 6:18
“Pero ahora que han sido liberados del pecado y se han puesto al servicio de Dios, cosechan la santidad que conduce a la vida eterna”. Romanos 6:22
“Así también nosotros, cuando éramos menores, estábamos esclavizados por los principios[a] de este mundo.Pero, cuando se cumplió el plazo,Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos. Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: ‘¡Abba! ¡Padre!’. Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y, como eres hijo, Dios te ha hecho también heredero”. Gálatas 4:3-7
Santiago 5:16 dice: “Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz”. El acto de confesar nuestros pecados los unos a los otros es poderoso al experimentar la libertad que tenemos. Todo lo que el diablo hace está en las sombras y marcado por el engaño. Cuando confesamos nuestro pecado, lo traemos a la luz, exponemos las mentiras y podemos ver mejor esos planes destructivos del enemigo. Es en la luz que experimentamos la libertad disponible para nosotros. Que hoy te sientas lleno de valentía para exponer tu pecado y caminar en la libertad de la justicia.
Lectura Complementaria: Romanos 8
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