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La gloria de Dios en el hombre - Primeros15 - 28 de Julio


Tema de la Semana: La Oración Sacerdotal de Jesús

Tenemos un gran Sumo Sacerdote que constantemente intercede por nosotros. El Hijo de Dios y del Hombre te aman más profundamente de lo que puedes comprender. Él ora por ti, para que puedas caminar en la vida abundante que su muerte te brinda. En Juan 17 podemos vislumbrar la plenitud de su deseo por todos aquellos que creerían en él. Mientras nos sumergimos profundamente en las riquezas de la Oración Sacerdotal de Jesús, que esta semana tu corazón se despierte y que tu vida sea transformada por las riquezas del amor de Dios.

La gloria de Dios en el hombre

Pasaje Bíblico:“Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí. Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí. Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy. Que vean mi gloria, la gloria que me has dado porque me amaste desde antes de la creación del mundo”. Juan 17:22-24

Devocional:   

Como discípulos de Jesús estamos siendo moldeados a su semejanza para que podamos ser reflejos de su gloria. Jesús ora en Juan 17: 22-24:

“Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí. Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí. Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy. Que vean mi gloria, la gloria que me has dado porque me amaste desde antes de la creación del mundo”.

A través del poder de la muerte de Cristo, ahora estamos llenos de su mismo Espíritu que trabaja constantemente para convertirnos en cristianos en el sentido más verdadero de la palabra. Ser cristiano es, literalmente, ser "un pequeño Cristo". Estamos destinados a estar marcados por la similitud con aquel a quien servimos y amamos. Nuestras vidas deben estar llenas de su amor, nuestras mentes deben ser transformadas por sus palabras, y nuestros corazones deben estar dedicados a servirle solo a él.

2 Corintios 3:18 dice: “Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu”. Por medio de la muerte de Jesús podemos presentarnos ante Dios con el rostro descubierto. Jesús vino a declarar la verdad sobre quién es nuestro Padre y a despejar el camino para restaurar la intimidad entre la humanidad y nuestro Creador. Y a medida que dediquemos nuestras vidas a buscar el rostro de nuestro Padre celestial, naturalmente nos haremos como él.

El deseo de Dios es que vivamos con la misma libertad, intimidad, poder, autoridad y buenas obras con las que vivió Jesús. Envió a su Hijo a morir para que pudiéramos revestirnos de adentro hacia afuera con Cristo mismo, lo cual nos ofrece una nueva vida, naturaleza e identidad. No eres la persona que fuiste antes de la salvación. Cuando fuiste lleno del Espíritu de Dios, fuiste lleno de la misma gloria de Dios, la imagen de Cristo grabada en tu corazón.

Y si bien este concepto de llegar a ser como Cristo a menudo suena embriagador y teológico, no podría ser de mayor importancia práctica. No podría ser más vital para nosotros creer y perseguir la vida que nos ha sido dada por la gracia de Dios. Ser transformados a la imagen de Jesús tiene implicaciones poderosas y prácticas para ti y para mí. Cuando pasas tiempo con el Padre, él desea amarte con el amor que ha mostrado a Cristo, un amor tangible y transformador. Él anhela liberarte de los lazos de lo mundano y del pecado. Él anhela capacitarte y guiarte a una vida de propósitos, milagros y buenas obras llenas del amor de Dios mismo; anhela guiarte a un destino preparado para ti desde la fundación del mundo.

Tómate un tiempo para buscar el rostro de Dios hoy. Ven ante él con rostro descubierto y permite que te revele la huella de Cristo que hay en tu corazón. Permite que el Espíritu te muestre el propósito para el cual fuiste creado y recibe el amor de Dios que tiene el poder de transformarte a la imagen misma de Jesucristo, tu Señor y ejemplo.

Guía de Oración:

1. Medita en la gloria de Dios que te fue dada en la salvación. Reflexiona sobre la importancia y la disponibilidad de vivir como Jesús.

“He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí”. Gálatas 2:20

“Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí. Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí. Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy. Que vean mi gloria, la gloria que me has dado porque me amaste desde antes de la creación del mundo”. Juan 17:22-24

Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu”. 2 Corintios 3:18

2. Pide al Espíritu Santo que te llene de nuevo. Pídele que grabe en tu corazón el amor y la imagen de Cristo de nuevas maneras. Pídele que te guíe a un encuentro directo con Jesús para que puedas conocerlo personalmente.

“No se emborrachen con vino, que lleva al desenfreno. Al contrario, sean llenos del Espíritu”. Efesios 5:18

3. Pasa tiempo permitiendo que Dios te transforme, te ame y te libere. Pregúntale qué área de tu vida no es como Jesús. A medida que él revela el pecado en tu vida, confiésalo y toma a Jesús como tu modelo. Busca hoy una vida como la de él.

“Para esto fueron llamados, porque Cristo sufrió por ustedes, dándoles ejemplo para que sigan sus pasos”. 1 Pedro 2:21

La muerte de Cristo tiene más implicaciones poderosas de las que tú o yo alguna vez conoceremos de este lado del cielo. Dios realmente ha allanado el camino para que vivamos una vida de increíble abundancia. Él nos ofrece una vida mejor que la que podamos encontrar en cualquier parte del mundo. Que puedas buscar toda la riqueza de la relación que tienes disponible por la sangre de Jesús. Que te transformes en su reflejo en la tierra y que otros lleguen a conocerlo por la profundidad de su amor en ti.

Lectura Complementaria: 2 Corintios 3

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