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Nuestro perdón en Jesús - Primeros15 - 14 de Agosto


Tema de la Semana: El Perdón

Perdonar a los demás es uno de los aspectos más difíciles e importantes de la vida cristiana. La Biblia claramente nos ordena perdonar; Dios anhela que seamos formados a su imagen para que podamos ser modelos del amor que se nos ha mostrado en un mundo que no conoce la misericordia. Anhela que ofrezcamos gracia y perdón a los que no lo merecen, así como se nos ofreció gracia y perdón cuando no lo merecíamos. Que puedas estar lleno de coraje y audacia para ofrecer el perdón a aquellos que necesitan desesperadamente la gracia, y que el amor de Dios brille a través de ti al ejercer tu llamado como ministro de reconciliación.

Nuestro perdón en Jesús

Pasaje Bíblico:“Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo”. Efesios 4:32

Devocional:

Antes de que tengamos la capacidad de vivir un estilo de vida de perdón debemos descubrir la profundidad del perdón que hemos recibido en Jesús. El amor de Dios es la base de nuestro propio amor. Su perdón es la base de nuestro propio perdón. Para amar con mayor profundidad debemos reflexionar continuamente sobre la naturaleza de nuestro propio pecado y la abrumadora misericordia de Dios.

En Lucas 7:44-47 Jesús revela un importante principio espiritual sobre el perdón, el sacrificio y el amor. Una mujer pecadora acababa de venir y de servir a Jesús limpiándole los pies con sus propias lágrimas, con su cabello y con ungüento de alabastro. Cuando Simón, un fariseo, vio el increíble acto de amor, juzgó a la mujer y a Jesús en su corazón. Conociendo los pensamientos de Simón, Jesús le dice:

“¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me diste agua para los pies, pero ella me ha bañado los pies en lágrimas y me los ha secado con sus cabellos. Tú no me besaste, pero ella, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con aceite, pero ella me ungió los pies con perfume. Por esto te digo: si ella ha amado mucho, es que sus muchos pecados le han sido perdonados. Pero a quien poco se le perdona, poco ama”.

“A quien poco se le perdona, poco ama”. Permite que las palabras de Jesús se asienten en tu corazón por un minuto. Dios convierte nuestros mayores pecados en sus mayores triunfos. Él toma nuestras mayores transgresiones, nos ofrece misericordia para todas ellas y las transforma en ríos de amor y perdón que dan vida. Mientras tú y yo no comprendamos cuán profundamente estábamos esclavizados al pecado, nunca amaremos con nuestro mayor potencial. Mientras no comprendamos cuán vasto fue el abismo que nos separó de Dios y no lo comparemos con nuestra nueva posición sentados con Cristo en los lugares celestiales, nunca perdonaremos a los demás con la profundidad con la que Dios nos llama a hacerlo.

Cuando por naturaleza éramos totalmente indignos, Dios nos llamó desde la oscuridad y nos llevó a la luz. Cuando no podíamos buscar la justicia, Dios nos salvó y nos dio una nueva identidad, ya que sus hijos e hijas fueron hechos justos y puros. Antes del perdón que se te ofreció a través de Cristo, no tenías acceso a una verdadera relación con tu Padre celestial, no tenías acceso al fruto del Espíritu, no tenías manera de conocer y experimentar las profundidades del amor de Dios. Tu vida estaba arraigada a la destrucción y no tenías salida. Sin embargo, Dios consideró oportuno perdonarte por cada transgresión que habías cometido y que cometerás. El Padre anhelaba tanto tu restauración que pagó el precio más alto: la muerte de Jesús.

Tómate hoy un tiempo para reflexionar verdaderamente sobre la depravación a la que alguna vez perteneciste y sobre la nueva naturaleza y la profundidad de la relación que tienes a tu disposición mediante el perdón de Dios. Permite que el Señor perdone cualquier falta presente que te esté robando la vida abundante que Jesús consiguió con su muerte en la cruz. Permite que el Espíritu te llene de compasión y misericordia por los demás para que puedas perdonarlos en respuesta al perdón que has recibido.

Guía de Oración:

1. Medita en tu vida antes de la salvación y en tu vida después de la salvación. Permite que la palabra de Dios dibuje para ti un cuadro de cuán poderoso y misericordioso es el perdón de Dios.

La mano del Señor no es corta para salvar, ni es sordo su oído para oír. Son las iniquidades de ustedes las que los separan de su Dios. Son estos pecados los que lo llevan a ocultar su rostro para no escuchar”. Isaías 59:1-2

“Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor”. Romanos 6:23

“Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en las regiones celestiales con toda bendición espiritual en Cristo. Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él”. Efesios 1:3-4

2. ¿Qué pecado le confesarías al Señor hoy? ¿En qué necesitas perdón?

3. Pídele al Espíritu Santo que hoy te llene de compasión por los demás. Pídele que te haga perdonar rápidamente a la luz del perdón que te ha mostrado. Pídele que te ayude a no lleva un registro de los errores de los demás para que puedas amar a otros con su amor.

“Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo”. Efesios 4:32

“Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: ‘Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces?’. ‘No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces’, le contestó Jesús”. Mateo 18:21-22

Que el Salmo 103:10-14 te llene de amor por tu Padre celestial y de compasión por los demás hoy:

“No nos trata conforme a nuestros pecados ni nos paga según nuestras maldades. Tan grande es su amor por los que le temen como alto es el cielo sobre la tierra. Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones como lejos del oriente está el occidente. Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos. Él conoce nuestra condición; sabe que somos de barro”.

Lectura Complementaria: Lucas 7

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