Tema de la Semana: Avivando Nuestro Amor
Esta semana dedicaremos tiempo a avivar nuestro amor por Dios a través de la renovación de nuestras mentes. Tu mente es la puerta de entrada a tus afectos. Lo que crees que es digno de tus afectos es lo que ella recibirá. Entonces, a medida que crecemos en nuestra comprensión de la abrumadora bondad de Dios, naturalmente le daremos a él nuestros corazones. Que esta semana puedas ser conmovido por el amor incondicional de tu Padre celestial a medida que su naturaleza perfecta te sea revelada de maneras más grandes y transformadoras.
Deleitándonos en el amor de Dios
Pasaje Bíblico: “Yo les he dado a conocer quién eres, y seguiré haciéndolo, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo mismo esté en ellos”. Juan 17:26
Devocional:
Juan 17 es un pasaje de la Biblia increíblemente significativo para los cristianos de hoy. Jesús oró perfectamente de acuerdo con la voluntad del Padre, sometiéndose a él durante su tiempo en la tierra. Por lo tanto, todo lo que Jesús oró, Dios lo hará. Parte de la belleza de la unidad que tienen, son los deseos compartidos. En Juan 17:26, Jesús ora al Padre: “Yo les he dado a conocer quién eres, y seguiré haciéndolo, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo mismo esté en ellos”. ¡Imagina eso! Jesús dice que podemos tener el mismo amor en nosotros con el cual Dios el Padre amó a Jesús. ¡Piensa en la magnitud del amor que el Padre tiene por su Hijo, y ahora piensa que Dios tiene esa misma magnitud de amor por ti! Eres su amado, su preciada posesión. Tu Padre celestial entregó a su propio Hijo para tener una relación personal contigo, para poder derramar su inmenso amor sobre ti.
La Biblia describe a David como un hombre conforme al corazón de Dios (Hechos 13:22). Fue un hombre que se deleitó en el amor de Dios y experimentó la alegría de su presencia a lo largo de varias épocas de la vida. En el Salmo 16:5-11, David escribió: “Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afirmado mi suerte. Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido! Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer. Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de confianza. No dejarás que mi vida termine en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha”. Cuando leo las palabras de David, no puedo evitar desear su alegría y seguridad. Estoy lleno de deseos de conocer ese tipo de amor en mi propia vida. El Salmo 16 me hace desear tener a Dios como “mi porción”, y de todo corazón quiero experimentar “dicha eterna”. ¿Y tú?
Deja que tus deseos se aviven para experimentar por ti mismo el amor inconmensurable con el que Dios ha amado a Jesús. Debes saber que no eres solo tú quien desea experimentar amor, sino que este también es el deseo de tu Padre celestial (Juan 17:26). ¿En qué áreas de tu vida necesitas tener siempre “presente al Señor”? ¿En qué áreas necesitas que esté “a [tu] derecha”? En el Señor, verdaderamente hay “dicha eterna”.
Tómate un tiempo hoy para simplemente deleitarte con tu Dios, y permite que su presencia inunde los lugares secos y cansados de tu corazón. Eres la porción elegida, la niña de su ojo. Dios abandonó a su único Hijo para tener la oportunidad de reunirse contigo en este momento. Simplemente abre tu corazón y deléitate en el amor de tu Padre celestial.
Guía de Oración:
1. Medita en Juan 17:26. Permite que la Biblia te de una mejor revelación de la profundidad del amor de Dios por ti.
“Para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo mismo esté en ellos”. Juan 17:26
2. ¿En qué aspectos necesitas deleitarte en el amor de Dios hoy? ¿Qué partes de tu vida no están marcadas por la plenitud de alegría que David describió en el Salmo 16?
“Me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha”. Salmo 16:11
3. Ahora simplemente deléitate en el amor de Dios por ti, el mismo amor que él tiene por su Hijo, Jesucristo.
“Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón”. Salmo 37:4
Cada día es una batalla para lograr echar tus raíces en el amor de Dios. Pero es una batalla que vale la pena pelear. Es una batalla librada en lo más profundo de tu alma: la lucha entre lo que Dios dice que importa y lo que el mundo dice. Cuando haces más espacio para que Dios entre librándote de los caminos del mundo, su corazón y su mente se volverán los tuyos. Lo que le importa a él comenzará a importarte a ti. Mantener su amor en perspectiva será tan natural como respirar. La plenitud de la relación con él debe ser nuestra fuente, porción, fuerza y deseo. Da paso a su bondad amorosa hoy, y mira las preocupaciones del mundo a la luz de su bondad y gracia.
Lectura Complementaria: Juan 17
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