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Dios promete su fuerza - Primeros15 - 27 de Febrero


Tema de la Semana: Las Promesas de Dios

Solo hay una constante en este mundo siempre cambiante y es el carácter de nuestro Padre celestial. La misma tierra está sufriendo cambios constantemente. Lo que ahora parece lo más inamovible, algún día, será eliminado. Pero Dios es inmutable. Dios es inquebrantable. Es completamente fiel y está comprometido cumplir las promesas que te ha hecho. Al observar esta semana las promesas de Dios, que puedas afirmarte en su amor inmutable. Que el carácter de Dios se convierta en tu fuente y refugio, tu base constante e inquebrantable. 

Dios promete su fuerza

Pasaje Bíblico: “Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa”. Isaías 41:10

Devocional:

El Dios creador en su infinita sabiduría y amor eligió crear a la humanidad sabiendo muy bien que elegiríamos nuestros caminos en lugar de los suyos. Fuimos hechos con una increíble capacidad para vivir con nuestras propias fuerzas. Como resultado vemos tanto en la Biblia como en nuestras propias vidas, increíbles fracasos que muestran ante nuestros ojos claros ejemplos de nuestra debilidad colectiva. Lo vemos en la moralidad decreciente de la sociedad, lo vemos en la vida misma de quienes nos rodean y ante este cuadro simplemente parecería que no somos capaces de cambiarlo. La debilidad parece estar enredada en el tejido mismo de nuestro mundo. Un mundo que está plagado de la debilidad de quienes lo habitan.

Pero la Biblia también contiene historias increíbles de las victorias del pueblo de Dios. La lista es muy larga: Moisés y los egipcios, David y Goliat, Sansón y los filisteos, y la iglesia primitiva difundiendo el evangelio en todo el mundo a pesar de dificultades aparentemente insuperables. Ahora, junto con todas las historias de victoria, las Escrituras también contienen muchas historias de fracaso. Entonces, ¿qué hizo la diferencia? ¿Qué separa las historias de éxito de las historias de fracaso? La diferencia se encuentra en que el pueblo de Dios le permitió a él que sea su fortaleza. El éxito en las Escrituras se produjo únicamente cuando Dios se fortaleció en la debilidad del hombre.

El Salmo 103: 13-14 dice: “Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos. Él conoce nuestra condición; sabe que somos de barro”. Dios nos creó. Él conoce nuestra debilidad y sabe que lejos de él no podemos hacer nada. Pero la belleza del evangelio reside en que como creyentes ya no estamos separados de él. A través de la muerte de Jesús  ahora somos uno con Cristo envueltos en su historia de redención. Hemos sido salvados de tener que vivir la vida por nuestra cuenta y en nuestras propias fuerzas.

Tu Padre celestial te dice hoy: “Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa”. (Isaías 41:10). Tu Dios es el mismo Dios de David, Sansón, Pablo y Juan. El éxito que tuvieron ellos fue el resultado directo de haber elegido la fuerza de Dios por sobre la de ellos. Pablo escribió en 2 Corintios 12: 9: “Pero él me dijo: ‘Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad’. Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo”. Pablo eligió jactarse de su debilidad porque sabía de la fuerza inquebrantable de Dios en su propia vida. Sabía que su éxito era únicamente por la fuerza de su Dios.

Tu Padre celestial te promete su fuerza hoy. Así como él trabajó para ayudar a Pablo a difundir el evangelio y al igual que ayudó a David a matar al gigante Goliat, desea ayudarte hoy en lo que sea que esté por venir. Reconoce tu debilidad pero al mismo tiempo apégate al conocimiento de la increíble fuerza de tu Padre celestial. Deuteronomio 31:6 dice: “El Señor su Dios siempre los acompañará; nunca los dejará ni los abandonará”. La fuerza de Dios está siempre contigo. Todo lo que tienes que hacer es elegir sus caminos en lugar de los tuyos. Vive a la luz de la revelación de tu propia debilidad y de la fuerza de Dios, y experimentarás el poder del Creador del universo trabajando directamente en tu propia vida.

¿Dónde necesitas la fuerza de Dios? ¿Qué área de tu vida parece estar plagada de debilidad? Pídele a Dios que trabaje en tu vida y experimenta el fruto de colaborar con tu Padre celestial hoy mismo.

Guía de Oración:

1. Reflexiona sobre tu propia debilidad. ¿Qué situaciones en tu vida parecen no tener la fuerza de Dios?

“Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos. Él conoce nuestra condición; sabe que somos de barro”. Salmo 103:13-14

2. Ahora medita en el deseo de Dios de ser fuerte en tu debilidad. Piensa en las historias de personas en la Biblia que hicieron cosas increíbles únicamente por la fuerza de Dios.

“Pero él me dijo: ‘Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad’. Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo”.  2 Corintios 12:9

3. Pídele a Dios que hoy sea fuerte en tu debilidad. Pídele al Espíritu que te guíe y trabaje en cualquier situación en la que te encuentres. Pídele que guíe tus palabras, acciones, pensamientos y emociones para que puedas vivir completamente en su fuerza.

“Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa”. Isaías 41:10

¡Qué increíble es el corazón de Dios para que el elija compartir con nosotros su propia fuerza! Tu Dios se preocupa por ti tan profundamente que desea trabajar de manera estrecha y efectiva en tu vida. La misma fuerza que formó las montañas, separó los mares y sostiene a todos los seres vivos está disponible para ti hoy. Descansa en la promesa de Dios de que él no está distante. Tienes un Dios fuerte que te ama y está para ayudarte. Vive hoy experimentando la paz y el poder de Dios fortaleciendo tu debilidad.

Lectura Complementaria: Salmo 103

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