Tema de la Semana: Permaneciendo en la Vid Verdadera
La cosa más absolutamente importante que puede hacer un hijo de Dios en su vida, es separar un tiempo para encontrarse con nuestro Padre celestial en el lugar secreto. Permanecer en Dios es el fundamento sobre el cual todos los demás aspectos de la vida cristiana encuentran el éxito y establece raíces que nos permiten recibir todo lo que necesitamos para dar el fruto del Espíritu. Permanecer en Dios nos guía a un refrigerio y un avivamiento constantes, por lo que nos suministra y sostiene en la vida abundante que Dios quiere para nosotros. Mientras recorremos Juan 15:1-17 esta semana, es mi oración que puedas estar marcado por encuentros maravillosos que te satisfagan de manera completa en la presencia de Dios. Haz espacio en tu corazón y en tu mente para descansar en el amor de tu Padre celestial al observar las diferentes maneras en que debemos permanecer en la vid verdadera de Dios.
Permaneciendo a través de la obediencia
Pasaje Bíblico: “Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor”. Juan 15:9-10
Devocional:
El concepto de obediencia se ha cubierto con una connotación de negatividad. Cuando pensamos en la obediencia, normalmente inferimos un sentimiento de hacer una tarea alejada de un deseo o un anhelo. Asociamos la obediencia con la obligación en lugar de con el cumplimiento. Pero cuando Jesús caminó sobre la tierra, llevó a cabo un estilo de vida de obediencia muy diferente. La vida de Jesús demuestra cómo debe ser la obediencia hacia nuestro Padre celestial. La obediencia a Dios es elegir vivir un estilo de vida de amor y devoción a nuestro Dios, quien nos ha amado por completo.
Jesús dice en Juan 15:9-10: “Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor”. Muy a menudo cuando Dios nos llama a la obediencia no logramos entenderlo. Jesús ilustra aquí que vivió su vida correspondiendo al amor que su Padre le mostró. Vivió su vida en obediencia a Dios por la riqueza de la relación que tenía, no por obligación. Y Jesús simplemente nos pide que hagamos lo mismo. Él nos invita al proceso de recibir y dar amor como el fundamento de nuestra vida para que podamos permanecer en la profundidad de la relación con nuestro Padre celestial como él lo hizo.
En Lucas 10:27, Jesús declara los mandamientos más grandes: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente y ama a tu prójimo como a ti mismo”. Qué increíble es el corazón de nuestro Dios que no nos llama a un estilo de vida de obligación o sacrificio no deseado, sino a un estilo de vida en el que correspondemos al inmenso amor que ha sido mostrado en Cristo a toda la tierra. Dios no solo establece reglas delante de ti, sino que coloca la relación como la meta. Él está tras tu corazón en forma total y completa.
En un mundo envuelto en una agenda egoísta, autosuficiente, Dios nos libera de la carga de vivir para nosotros mismos y nos permite vivir para los demás. En un mundo forjado con el peso del orgullo, Dios derrama su amor incesante y desinteresado que tiene el poder de transformarnos en hijos que residen en nuestro Padre celestial. Si optamos por cumplir con los mandamientos de Dios y el amor de todo corazón, experimentaremos una satisfacción desconocida para aquellos que tienen una actitud de egoísmo y orgullo. Experimentaremos la vida abundante que solo los que permanecen en Dios pueden obtener.
De manera que hoy te invito a permanecer en los mandamientos de Dios. Elige vivir un estilo de vida de amor incondicional hacia Dios y hacia los demás. Elige vivir en obediencia a Dios en respuesta a su asombroso amor, y descubre el poder, el propósito y la libertad que se obtienen al ministrar a otros con el mismo amor que se te ha mostrado en Cristo.
Guía de Oración:
1. Medita en el mandamiento de Dios de que nos amemos unos a otros. Recibe el llamado a un estilo de vida de amor al reflexionar sobre la palabra de Dios.
“Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor”. Juan 15:9-10
“Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él”. 1 Juan 4:16
2. Pasa tiempo recibiendo el amor de tu Padre celestial. Dios siempre desea llenarte con el conocimiento de su amor antes de que tengas que amarlo a él o a los demás. Nuestra obediencia siempre debe ser una respuesta a su naturaleza amorosa. Así que tómate un tiempo y recibe un nuevo derramamiento del amor que él tiene para ti hoy.
“Nosotros amamos porque él nos amó primero”. 1 Juan 4:19
3. Pídele al Espíritu que hoy te guíe hacia un estilo de vida de amor. Pasa tiempo permitiéndole que te revele diferentes formas en que te llama a amar a los demás. ¿Cómo puedes amar mejor a tu cónyuge hoy? ¿Cómo puedes amar a tu mejor amigo, compañero de trabajo, vecino, etc.? Pide al Espíritu que derrame el amor de Dios a través de ti hoy, y comprométete a amar a los demás, incluso cuando vaya en contra de la corriente de confort y cultura.
“No se contenten solo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica. Santiago 1:22
Que hoy podamos permanecer en el amor de nuestro Padre celestial y que elijamos vivir un estilo de vida de amor. Que nuestra oración sea como la del salmista en el Salmo 119:32-35 mientras pasamos nuestros días viviendo para ver la gloria de Dios en la tierra como en el cielo:
“Corro por el camino de tus mandamientos, porque has ampliado mi modo de pensar. Enséñame, Señor, a seguir tus decretos, y los cumpliré hasta el fin. Dame entendimiento para seguir tu ley, y la cumpliré de todo corazón. Dirígeme por la senda de tus mandamientos, porque en ella encuentro mi solaz”.
Lectura Complementaria: 1 Juan 4
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