Tema de la Semana: Permaneciendo en la Vid Verdadera
La cosa más absolutamente importante que puede hacer un hijo de Dios en su vida, es separar un tiempo para encontrarse con nuestro Padre celestial en el lugar secreto. Permanecer en Dios es el fundamento sobre el cual todos los demás aspectos de la vida cristiana encuentran el éxito y establece raíces que nos permiten recibir todo lo que necesitamos para dar el fruto del Espíritu. Permanecer en Dios nos guía a un refrigerio y un avivamiento constantes, por lo que nos suministra y sostiene en la vida abundante que Dios quiere para nosotros. Mientras recorremos Juan 15:1-17 esta semana, es mi oración que puedas estar marcado por encuentros maravillosos que te satisfagan de manera completa en la presencia de Dios. Haz espacio en tu corazón y en tu mente para descansar en el amor de tu Padre celestial al observar las diferentes maneras en que debemos permanecer en la vid verdadera de Dios.
Dios nos poda en su amor
Pasaje Bíblico: “Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto la poda para que dé más fruto todavía”. Juan 15:2
Devocional:
El mundo enseña que la disciplina consiste en avergonzarnos para que actuemos de manera perfecta. La disciplina del mundo generalmente proviene de un lugar de egoísmo y no del amor, viene de una búsqueda de perfección y no de devoción, y tiene la intención de llevarnos hacia una apariencia de moralidad en lugar de formar y moldear el corazón. Por esta razón, a menudo huimos de la disciplina de nuestro Padre celestial. Pero Hebreos 12:5-6 dice: “Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor ni te desanimes cuando te reprenda, porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como hijo”. Dios nos ama, por lo tanto, nos disciplina. Él tiene planes tan increíbles para nosotros que debe moldearnos y convertirnos en hijos preparados y equipados para la autoridad, la influencia y el poder del Espíritu. Su disciplina siempre tiene la intención de llevarnos a la vida abundante, no a derribarnos o avergonzarnos. Al observar el deseo de Dios de disciplinarnos, permite que su amor abra tu corazón y te guíe al proceso de poda destinado únicamente a pulir, ayudar y producir frutos en ti.
Juan 15:2 dice: “Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto la poda para que dé más fruto todavía”. La única manera de que podamos dar más fruto en Dios es permitiéndole que nos pode. Los deseos y las preocupaciones del mundo son como las malas hierbas que se amontonan y roban el alimento de las ramas buenas y fructíferas arraigadas en Dios. El plan de Dios es podarnos, sanarnos y transformarnos en hijos que viven en el mundo pero que no son parte de él (Juan 17:14-19). Él anhela derribar las fortalezas del orgullo y el pecado que nos han impedido experimentar la plenitud de sus promesas, y planea llevarnos a un estilo de vida que dé fruto importante y eterno y que nos llene de plenitud de gozo.
Entonces, ¿cómo permitimos que Dios nos pode? ¿Cómo podemos participar en su proceso de curación y transformación? Todo comienza con ver la profundidad de su amor por nosotros. El Salmo 103:2-4 dice: “Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias; él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión”. El proceso de disciplina de Dios es muy diferente al del mundo porque todo está enraizado en su amor incondicional por nosotros. Para poder participar constantemente en su disciplina amorosa, debemos encontrar constantemente su amor. Tenemos que pasar tiempo con el corazón amoroso de nuestro Padre celestial para separar su disciplina de la disciplina sin amor de muchos de nuestros padres terrenales. Su disciplina es siempre únicamente para nuestro beneficio y completamente para nuestro bien. Para que nos entreguemos completamente a su disciplina, debemos tener una revelación continua de la profundidad de su amor por nosotros.
A continuación, tenemos que elegir sus caminos sobre los caminos del mundo. Tenemos que sacrificar lo que creíamos que importaba por lo que él dice que importa. Romanos 12:1 dice: “Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios”. Su disciplina será dolorosa porque te llevará a verte diferente del mundo en el que has crecido. Tomará nuestro sacrificio vivo de las opiniones del mundo y nos transformará en hijos que solo valoran su opinión. La mayoría de nosotros les hemos dado tanto valor las maneras y opiniones del mundo, que vivir separados de ellas se siente completamente extraño y aterrador. Así que debemos elegir confiar en Dios en lugar de confiar en lo que hemos entendido como importante o valioso. Dios nos llevará a todos a un estilo de vida de humildad en oposición a los valores mundiales de orgullo y éxito. Él nos llevará a todos a un estilo de vida de amar a los demás en lugar de sacar todo lo que podamos de los demás. Él nos llevará a todos a un estilo de vida de dependencia de él en lugar de autoempoderamiento. Y sin duda nos llevará a todos a una vida de relación con él como nuestra máxima prioridad sobre las opiniones y la amistad de los demás. Cada pieza del proceso de poda es difícil. Pero, cada vez que estés de acuerdo con y siguiendo al Espíritu Santo a través del proceso, saldrás más satisfecho, gozoso, libre, capacitado y fructífero de lo que eras antes. Hebreos 12:11 dice: “Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella”. Después de deshacerte del peso del mundo, te preguntarás cómo alguna vez pudiste vivir bajo su carga.
Involúcrate con tu amoroso Padre celestial en el proceso de poda. Abre tu corazón y permítele derribar los muros que te han impedido experimentar el diluvio de su vida abundante y las obras que ha planeado para ti. Mira su amor y responde a él sacrificando tus maneras de pensar y vivir. Hoy Dios tiene planes para sanarte, transformarte y liberarte si simplemente sigues la guía del Espíritu Santo a través del proceso de poda.
Guía de Oración:
1. Medita en el deseo de Dios de podarte. Reflexiona sobre cómo la disciplina de Dios está siempre enraizada en su amor. Compara el deseo de Dios de disciplinarte con el deseo del mundo. Diferencia su deseo de cualquier otra clase de disciplina que hayas recibido en el pasado, si no fue hecha con el sentir de Dios.
“Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor ni te desanimes cuando te reprenda, porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como hijo”. Hebreos 12:5-6
“Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella”. Hebreos 12:11
“No corregir al hijo es no quererlo; amarlo es disciplinarlo”. Proverbios 13:24
2. Abre tu corazón al Espíritu y pídele que pode cualquier parte de tu vida que no esté dando el fruto de Dios. Sigue su guía al pensar en áreas de tu estilo de vida que no están llenas de la vida abundante que Dios desea. ¿Qué quiere él cambiar sobre tu perspectiva, tiempo o relaciones? ¿Qué te está pidiendo que hagas o a qué te está pidiendo que renuncies para que puedas vivir más libremente, capacitado y fructíferamente? Tómate tanto tiempo para escuchar al Espíritu como lo necesites.
“Él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia, sino por su misericordia. Nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo”. Tito 3:5
“Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias; él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión”. Salmo 103:2-4
3. Acepta la poda y sigue adelante con lo que él te indique que hagas. Haz planes para eliminar de tu vida cualquier cosa que él te haya revelado. Llama a un amigo y pídele que te acompañe y te pida cuentas con respecto la disciplina que Dios tiene para ti. Comprométete a participar en el proceso de disciplina de manera continua para que Dios pueda transformar continuamente cualquier área de tu vida que te esté lastimando en lugar de guiarte a una vida abundante en tu Padre celestial.
“Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios”. Romanos 12:1
Uno de los mayores dones del Espíritu Santo que podemos recibir es el deseo de ser disciplinados y podados por nuestro Padre celestial. Que todos tengamos el corazón del salmista que escribió en el Salmo 51:10-12:
“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me alejes de tu presencia ni me quites tu santo Espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación; que un espíritu obediente me sostenga”.
Lectura Complementaria: Hebreos 12
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