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El fruto del Espíritu Santo - Primeros15 - 8 de Junio


Tema de la Semana: El Espíritu Santo

Como creyentes se nos ha dado el Espíritu Santo como Ayudador, Maestro, Amigo y sello para la herencia prometida de la vida eterna con Dios. Su presencia, guía y sabiduría en nuestras vidas son nuestros mayores regalos mientras estamos aquí en la tierra. Mediante él tenemos acceso directo a la conexión con nuestro Padre celestial. A través de él recibimos dones espirituales para llenarnos de poder, y por él también somos capaces de dar el increíble fruto de la vida abundante. Abre tu corazón y tu mente a todo lo que el Espíritu Santo te pueda dar, mostrar y guiar esta semana.

El fruto del Espíritu Santo

Pasaje Bíblico: “En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas”. Gálatas 5:22-23

Devocional: 

El fruto del Espíritu en el pasaje de Gálatas 5: 22-23 me da una tremenda esperanza para mi propia vida. La Biblia dice: “En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas”. Cuando leo esta lista recibo una visión de quién deseo ser. Anhelo ser una persona llena de amor, alegría y paz. Anhelo tener paciencia, amabilidad y bondad. Deseo distinguirme por la fidelidad, la humildad y el dominio propio. ¿Quién no lo querría? Veo dentro de esas increíbles características las señales de una vida plenamente abundante. Yo veo a Jesús.

Al mismo tiempo, me veo a mí mismo a la luz de estos increíbles frutos del Espíritu. Veo todas las maneras en las que mi vida no se alinea con lo que el Espíritu Santo desea hacer nacer en mí. ¿Cómo podemos nosotros, en todo nuestro pecado y quebrantamiento vivir una vida marcada por estas características? ¿Cómo podemos ser un pueblo tan lleno del Espíritu que nuestro propio ser retrate al Espíritu de Dios que mora en nosotros?

Dios anhela decirnos hoy a ti y a mí, que una vida marcada por el fruto del Espíritu es completamente posible, pero solo por su gracia. No puedo por mí mismo producir ninguna de estas maravillosas características. En mis propias fuerzas solo produciré egoísmo, pereza y orgullo, “mas para Dios todo es posible”. (Mateo 19:26). La Biblia llama a estos rasgos “fruto” por una razón. Ellos nacen de la obra gloriosa de Dios en nosotros. Vienen enteramente por la gracia de Dios.

Entonces, ¿cómo permitimos que el Espíritu Santo obre en el centro de nuestro ser y produzca estos maravillosos frutos? ¿Cómo nos convertimos en hijos de Dios marcados por la obra del Espíritu en nuestras vidas? Estando conectados a nuestra fuente para que él pueda plantar semillas que crezcan dentro de nosotros. A medida que pasamos tiempo con Dios nos hacemos como él. En su presencia nuestro corazón se transforma en un mayor reflejo de su glorioso amor. Él puede hacer cosas increíbles y milagrosas en nosotros si simplemente abrimos nuestros corazones y pasamos tiempo permaneciendo en él. Cuanto más tiempo pasamos recibiendo su amor por nosotros, más áreas de quebrantamiento y pecado se curan y transforman. Si quieres producir el fruto del Espíritu, si quieres ser una persona marcada por la obra de Dios en tu interior, entonces debes pasar tiempo cada día simplemente siendo amado por Dios.

No hay atajo hacia la santidad. No hay truco para la devoción. Jesús ha abierto un camino para que entremos en los lugares santos y veamos el rostro de Dios. Dios hará hoy cosas magníficas en ti si sigues el camino que Jesús te mostró antes, y pasas tiempo descansando en la presencia de tu Padre celestial. Recibe su amor. Permite que las palabras que él dice sobre ti transformen la forma en que te ves a ti mismo y al mundo que te rodea. Pasa tiempo en oración meditando en su palabra y permitiendo hoy que tu corazón se parezca más a Jesús.   

Guía de Oración: 

1. Medita en el deseo y la capacidad de Dios para producir el fruto del Espíritu en ti. Deja que su palabra te llene con la esperanza de que puedas ser una persona marcada por estas características.

“En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas”. Gálatas 5:22-23

 “Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera! En cambio, los malvados son como paja arrastrada por el viento. Por eso no se sostendrán los malvados en el juicio, ni los pecadores en la asamblea de los justos”. Salmo 1:1-5

2. Recibe la presencia de Dios y descansa en su amor. Abre todo lugar dañado en tu vida a él. Habla con él acerca de cualquier área en la que luches constantemente con el pecado y permite que su amor cure esas heridas.

3. Pídele al Espíritu Santo que hoy lleve fruto en ti. Pídele que te guíe a un estilo de vida de amor, alegría y paz. Pídele que te llene de paciencia, amabilidad y bondad hacia los demás y hacia ti mismo. Pídele que te haga una persona marcada por la fidelidad, la humildad y el dominio propio.

Es vital que entiendas que estas características no son algo que puedas lograr con tus propias fuerzas, sino que son el resultado natural de ser amado por Dios. Nunca podrás ser consistentemente fiel, amable o cualquier otra cosa buena con tus propias fuerzas. Se necesita la obra del Espíritu para ser marcado por el Espíritu. Comprométete con el Espíritu Santo a lo largo de tu día. Cuando te encuentres en una situación y estés luchando por ser una persona llena del fruto del Espíritu, tómate un minuto y pide la ayuda del Espíritu Santo. Pídele que comparta contigo su perspectiva y su corazón. Él está contigo en todo momento y anhela ayudarte a vivir tu vida al máximo. Disfruta de su amor hoy y vive tu vida con la abundancia de la presencia de Dios disponible para ti.

Lectura Complementaria: Gálatas 5

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