Tema de la Semana: Justicia en Cristo
Vivir una vida sin el velo que nos separaba de Dios es la forma de experimentar la plenitud de lo que tenemos disponible en nuestra relación restaurada con él. Es un poderoso estilo de vida lleno de fe, de encuentros directos con nuestro Padre celestial y de transformaciones. Cuando vivimos nuestras vidas a la luz del perfecto sacrificio de Jesús comenzamos a experimentar todo lo que su muerte tenía el propósito de brindarnos. Dios anhela que sus hijos caminen en intimidad con él directamente conectados a su fuente de amor por nosotros. Que esta semana puedas experimentar una conexión más tangible, amorosa y poderosa con tu Padre celestial.
El Ejemplo de Moisés
Pasaje Bíblico: “Pero [Moisés] no sabía que, por haberle hablado el Señor, de su rostro salía un haz de luz”. Éxodo 34:29
Devocional:
Encontramos en el carácter de Moisés un hombre transformado por un encuentro cara a cara y al descubierto con el Dios vivo. Éxodo 34:29-35 dice:
“Cuando Moisés descendió del monte Sinaí, traía en sus manos las dos tablas de la ley. Pero no sabía que, por haberle hablado el Señor, de su rostro salía un haz de luz. Al ver Aarón y todos los israelitas el rostro resplandeciente de Moisés, tuvieron miedo de acercársele; pero Moisés llamó a Aarón y a todos los jefes, y ellos regresaron para hablar con él. Luego se le acercaron todos los israelitas, y Moisés les ordenó acatar todo lo que el Señor le había dicho en el monte Sinaí. En cuanto Moisés terminó de hablar con ellos, se cubrió el rostro con un velo. Siempre que entraba a la presencia del Señor para hablar con él, se quitaba el velo mientras no salía. Al salir, les comunicaba a los israelitas lo que el Señor le había ordenado decir. Y como los israelitas veían que su rostro resplandecía, Moisés se cubría de nuevo el rostro, hasta que entraba a hablar otra vez con el Señor”.
Moisés sirve como un ejemplo importante para ti y para mí. Moisés fue un hombre elegido para ir ante Dios en nombre de su pueblo y transmitirles la voluntad y el corazón de Dios. Ahora, por la vida, muerte y resurrección de Jesús, somos elegidos y transformados para vivir el mismo llamado. En 1 Pedro 2:9, Pedro declara que somos “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que [proclamemos] las obras maravillosas de aquel que [nos] llamó de las tinieblas a su luz admirable”. Debemos ser como Moisés. Debemos ser hijos de Dios que llevan la imagen de nuestro Padre celestial y declaran su gracia, amor, poder y bondad a un mundo que necesita desesperadamente una relación con él. Lo que le sucedió a Moisés en Éxodo 34 es válido para ti y para mí hoy: cuando nos reunimos con Dios, tomamos la imagen de su gloria. La diferencia es que la gloria de Dios ahora mora internamente en lugar de externamente por el poderoso sacrificio de Jesús. Así como el rostro de Moisés brilló con la gloria de Dios, nuestra nueva naturaleza ahora debe brillar declarando la inconmensurable gracia y el poder del sacrificio de Jesús.
Pablo escribe en 2 Corintios 4:6-7: “Porque Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo. Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros”. La gloria de Dios ahora mora dentro de nosotros. Y debemos contener su gloria como agua en vasos de barro, para que derramemos su amor y gracia para que todos lo vean. Así como el pueblo de Israel vio el rostro de Moisés y supo que se había reunido con Dios, debemos encontrarnos cara a cara con nuestro Padre celestial y ser transformados por su presencia para que todos lo vean. La muerte de Jesús ha allanado el camino para que te encuentres con Dios cara a cara, sin velo. Tómate un tiempo en oración para ver el rostro de Dios y permítele que te transforme a la semejanza de Jesús.
Guía de Oración:
1. Medita en Éxodo 34:29. Permite que la Biblia despierte tu deseo de reunirte con tu Padre celestial cara a cara.
“Pero [Moisés] no sabía que, por haberle hablado el Señor, de su rostro salía un haz de luz”. Éxodo 34:29
2. Renueva tu mente a tu nuevo llamamiento en Jesús. Permite que la Biblia te llene de fe para encontrar a Dios al descubierto.
“Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable”. 1 Pedro 2:9
“Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!”. 2 Corintios 5:17
3. Pasa tiempo reunido cara a cara con tu Padre celestial. Pídele que te revele su cercanía. Descansa en su presencia y permite que esto siente una nueva base para ti. Pídele que te haga más como él. Pídele que te muestre cómo ser un reflejo de su gloria para el mundo que te rodea hoy.
“Porque Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo. Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros”. 2 Corintios 4:6-7
Que la declaración de Jesús acerca de ti en Mateo 5:14-16 sirva como un recordatorio constante de tu nuevo llamado aquí como hijo del Dios vivo:
“Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo”.
Lectura Complementaria: 1 Pedro 2
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